En la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, la CROC me pidió hablar de las condiciones laborales en los medios de comunicación.
Básicamente, centré el tema en que los medios de comunicación están en deuda con sus trabajadores.
En 25 años de carrera profesional he conocido empresas que mantienen su nómina como tienda de raya.
Dueños de medios que se saltaron la regla general de abrir plazas formales y negar prestaciones de ley.
Conviví con compañeras -–madres de familia– sin derecho a una guardería del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Por otro lado, los espacios en medios de comunicación mantienen una predominancia masculina.
La buena noticia es que las mujeres nos hemos preparado para ocupar posiciones jerárquicas.
Nadie nos ha regalado nada, lo hemos ganado a pulso.
La tabla de valores, las habilidades, las ganas y el esfuerzo siempre tienen recompensa.
Depende de nosotras seguir rompiendo los denominados techos de cristal para seguir avanzando.
Datos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) refieren que las mujeres enfrentamos retos de desigualdad económica a nivel licenciatura, ya que percibimos menores ingresos que los hombres por ejercer la misma profesión.
El más reciente ranking de carreras mejor pagadas en México (donde no figura el periodismo) enlista diferentes profesiones orientadas al área de las ciencias exactas, de la salud y sociales, con Medicina y Economía a la cabeza.
La herramienta denominada “Compara Carreras del IMCO” revela que en todos los casos existe una brecha salarial entre hombres y mujeres con un promedio mensual de 4 mil 152.60 pesos.
En resumen, en 2025, en promedio, las mujeres mexicanas percibimos ingresos laborales 20 por ciento menores que los hombres.
A esta disparidad social que mantiene activas las raíces estructurales relacionadas con los roles de género se incrusta la actividad periodística.
Hay un castigo “velado” a la maternidad, la edad y la jornada reducida de trabajo.
Hace falta que los medios de comunicación sean sensibles con sus trabajadores.
Urge que las empresas dignifiquen las condiciones de trabajo de quienes se juegan el pellejo a diario.
También apunté que la prensa debe combatir la desinformación o los convenios publicitarios mal habidos.
Es necesario blindarse de la censura y principalmente de la estigmatización desde el poder público.
La libertad de prensa ejercida con responsabilidad y empatía marca la diferencia.
El amarillismo y el golpeteo político casi siempre hunde la credibilidad del medio y al pseudoperiodista.
Ya lo decía Gabriel García Márquez: “La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón”.
Aun así, para mí, es irrenunciable la pasión que se imprime a la investigación de un reportaje, la realización de una buena entrevista, la elaboración de un artículo de opinión, la conexión con nuestras audiencias y/o lectores.
En nuestro gremio siempre habrá áreas de oportunidad para dar pasos sólidos y comprometidos con el talento humano, por encima de las innovaciones tecnológicas que aporta la inteligencia artificial.