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Impuestos al esfuerzo: el golpe de gravar las remesas

Impuestos al esfuerzo: el golpe de gravar las remesas

Columnas lunes 26 de mayo de 2025 - 22:24

A veces, las decisiones económicas revelan más desprecio que un discurso.

La reciente aprobación en Estados Unidos de un impuesto del 3.5  por ciento a las remesas es más que una medida fiscal: es una advertencia política sobre cómo se interpreta el esfuerzo migrante —no como vínculo, sino como negocio.

La propuesta original planteaba un 5  por ciento, pero la presión diplomática del Gobierno de México logró reducirla.

La presidenta Claudia Sheinbaum fue clara: “Vamos a seguir trabajando para que no haya ningún impuesto a las remesas que envían nuestros paisanos a sus familias en México”.

Y tiene razón. No se trata solo de cifras, sino de principios. Cobrar dos veces por el mismo ingreso —la llamada doble tributación— es un atropello jurídico, económico y ético.

En el fondo, se trata de una penalización selectiva. Diversos economistas señalan que este impuesto no aplicaría a ciudadanos estadounidenses ni a migrantes con residencia legal, quienes incluso tendrían posibilidad de solicitar reembolsos.

El peso de esta medida recaería, sobre todo, en migrantes sin documentos: quienes ya enfrentan empleos precarios, bajos salarios y exclusión institucional. Ellos representan una tercera parte de quienes envían remesas desde EUA.

En pocas palabras, no se grava por ingresos, sino por estatus migratorio.

Según el Banco Mundial, un impuesto del 3.5 por ciento puede traducirse en hasta 30 dólares menos por cada 600 enviados.

Una cantidad que parece menor para los legisladores que la aprobaron, pero que representa una diferencia crítica para millones de familias de bajos ingresos que dependen de esos envíos para lo más básico: comida, renta o colegiaturas.

En municipios con alta recepción de remesas, estos ingresos llegan a representar hasta el 40 por ciento del gasto familiar. Además, este tipo de medidas desalienta el uso de canales formales y fomenta rutas informales: más caras, menos seguras y difíciles de supervisar.

En 2024, México recibió 64,745 millones de dólares en remesas, un 2.3  por ciento más que el año anterior, según el Banco de México. Puebla fue uno de los estados con mayor recepción: 3,366 millones, con un crecimiento anual del 7 por ciento.

Hablar de remesas es hablar de ingresos directos para las familias. En estados como Puebla, Chiapas, Zacatecas, Guerrero o Michoacán, estos envíos aportan estabilidad y fortalecen la economía local. Este flujo no solo es importante para México; también lo es para la estabilidad de Estados Unidos.

En Puebla lo sabemos bien: migrar no es una elección sencilla.

Por eso, el Gobierno del Estado, liderado por Alejandro Armenta, ha fortalecido el vínculo con nuestras comunidades migrantes: atención consular, gestión de trámites, apoyos y espacios de diálogo directo con poblanos en el exterior.

Además, se han impulsado mecanismos para que migrantes inviertan en Puebla, obtengan mejores utilidades y se integren a proyectos de desarrollo, sin importar la distancia

A nivel nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara: defenderá a las familias migrantes ante cualquier medida que las lastime.

El golpe de gravar las remesas ya está dado.

Y aquí hay un país que no se deja… y que da la cara por los suyos.

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/CR

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