Esta columna está basada en el libro “The row less stupid”, de Keith J. Cunningham. Y la razón por la que decidí escribir sobre esto es porque empezamos los años nuevos entusiasmados, con propósitos, metas y muchas ganas de mejorar nuestra vida.
Pero qué pasaría si vamos un paso atrás y revisamos los errores que hemos estado cometiendo y que, según mi hipótesis, son una causa de peso que nos impide lograr nuestros objetivos futuros.
El libro comienza subrayando los errores más comunes en los que los emprendedores “exitosos” han incurrido y los expone como experiencias a corregir.
Y para esta columna, tomaré lo escrito por Cunningham para aterrizarlo a un plano de desarrollo personal más que empresarial, ya que considero que la metodología podría funcionar bastante bien.
Los errores más comunes en los negocios, que también los cometemos a nivel personal son:
1. El primero es dejarnos llevar por percepciones equivocadas. Esto es, ASUMIR… y cuando asumimos ignoramos nuestra intuición, porque el ego, lleno de orgullo, cree saber de más.
2. El segundo es subestimar… para mí sería el famoso SÍNDROME DEL IMPOSTOR. Creencias que nos paralizan, que hacen que procrastinemos. Un síndrome que nos provoca no creer en nosotros, y como consecuencia, no creer en los demás.
3. Y la tercera es confundir metas con planes. La diferencia radica en que una meta sin pasos concretos, sin ruta clara, son solo sueños; algo efímero que no concluye. Pero si logramos establecer los pasos a seguir en el corto, mediano y largo plazo, la probabilidad de lograr nuestros objetivos se eleva de manera considerable. Se hace tangible, se hace probable.
Y, ¿cómo evitar asumir y boicotearnos? Cunningham sugiere PENSAR ANTES DE ACTUAR. Y por muy trillado que esto suene, el autor propone unos minutos al día de reflexión.
Increiblemente, en nuestra cultura creemos que el dedicarnos un tiempo por las mañanas para “meditar”, para reflexionar, para pensar, podría parecer un lujo. Y es que no estamos acostumbrados a poner en nuestra agenda un momento al día de reflexión.
Una de las primeras propuestas del autor para corregir errores, es dedicarnos un espacio para reflexionar y llevarnos al cuestionamiento. Hacernos preguntas claves como el qué quiero, porqué lo quiero, cómo me haría sentir lograr esto… porque la razón por la que la mayoría de las veces no logramos nuestros propósitos, es que no están alienados con lo que realmente deseamos.
Por lo general, establecemos metas que tienen más que ver con encajar en una sociedad que nos hace estar ávidos de su aprobación. Pero si logramos tener un momento de diálogo interno, podrían revelarse nuestros verdaderos deseos e intenciones y así, alcanzar objetivos que nacen de nuestra esencia.
Quizás la clave de todo esto radica en tener un pensamiento crítico y reflexivo… ¿te hace sentido?