Para Puebla los ríos fueron en el pasado fuente de agua dulce, barrera divisoria entre españoles y nativos e incluso se usaron como fuerza motriz de las muelas de los molinos y los batanes. Desafortunadamente hoy son muy distintos, pues se han convertido en canales de desechos y focos de infección, pero también son un determinante para la inversión.
Aún son muchos los poblanos que guardan memorias de cuando los habitantes de los barrios lavaban la ropa en el río San Francisco, y es que los ríos de Puebla fueron en algún momento una belleza natural junto con demás atractivos que conllevaban como saltos de agua y cascadas. Ahora unos de los ríos más contaminados en el mundo, cruza a cielo abierto varias poblaciones con más de 2 millones de personas.
Actualmente, Puebla sufre un desabasto de agua creciente que ha sido asociado con el consumo excesivo y la mala cultura del uso del vital líquido especialmente en estas épocas de calor. Sin embargo, en el resto del estado Conagua reporta que 47 por ciento de los municipios presentan escasez de agua significativa debido al mal manejo de los recursos acuíferos del estado principalmente los manantiales del Popocatépetl, la cuenca del Atoyac y la presa de Valsequillo.
Algunos académicos también insisten que no se deben ignorar las fugas en la red de distribución estatal, pues se pierde casi un 40 por ciento del líquido y todo esto somete a los acuíferos a un gran estrés hídrico y señalan que no es posible conocer cuándo podría presentarse una situación similar a la que se vive en el Norte del país.
Tampoco deberían pasarse por alto los métodos de disipación de nubes de lluvia empleados por algunas industrias. Y es que no se trata de desincentivar la inversión extranjera, sino de garantizar que las actividades económicas no comprometan los recursos de las comunidades y el medio ambiente a través de una coordinación eficaz entre gobierno y el sector privado. En este sentido, es urgente implementar soluciones tales como la regulación del sector industrial, la cual tiene muy poco interés en su rehabilitación; la vigilancia de áreas naturales tales como la Malinche y el Popocatépetl (para evitar su deforestación) y la coordinación intergubernamental, pues en el caso de los ríos la contaminación involucra a más de un gobierno estatal.
Desde luego no es una tarea fácil; los grandes proyectos que buscan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos requieren de la movilización de grandes recursos, una tarea que recae en el gobierno. Existe un banco de proyectos de varias administraciones pasadas estatales que han hecho intentos por resolver el problema del agua.
Para finalizar me permito recordarles que ya antes se han descartado obras de gran impacto por su alto grado de complejidad en cuanto a la coordinación interinstitucional, como la propuesta idílica y absurda para desentubar una parte del río San Francisco. ¿Pueden imaginar un río San Francisco revivido y saneado que junto con demás atractivos históricos contribuirían a recuperar la belleza de la zona centro de la capital poblana?
El tema de la escasez y contaminación del agua en Puebla es un tema serio. Existen los proyectos y los recursos. Falta la voluntad política.