Columnas
En algún lado leí que la civilización es la distancia entre los humanos y sus propios excrementos. Y aunque esto puede ser literal, de acuerdo con Alexander Cummings, quien en 1775 patentó el inodoro, si lo usáramos como una metáfora de lo que estamos viviendo 245 años después, podríamos pensar que de civilizados NOOOO tenemos nada.
Antes de 1775, los inodoros eran solo para la gente muuuuuy rica. Por ejemplo, en 1596, Sir John Harrington, en Inglaterra, ideó una vasija que conectó a un desagüe para arrastrar toda la mierda hacia los alcantarillados, pero su invento no jaló, pues su tía, la reina Isabel I (¿hay algún otro nombre para las reinas en Inglaterra?) no quiso que se llevara a cabo sin dar ninguna razón aun cuando varias enfermedades infecciosas se estaban propagando, incluyendo el tifus (me late que Isabel I era parienta de alguno que otro politiquillo mexicano). Antes de eso, Creta fue la primer civilización minoica que utilizó un tipo de inodoro desde hace más de 2 mil años a.C.
Al pasar el tiempo y, aun cuando la gente buscaba hacer sus necesidades lo más alejadas posibles de su sentido olfativo, era lo más común hacer del “dos” en las calles (ya sé que esta “práctica” se sigue haciendo en países como México, la India y en muchos otros muy pobres). Ciudades como Roma creaban baños públicos abiertos donde podías sentarte con el vecino y arreglar grandes problemas en lo que hacías uno de los tres mejores placeres de la vida (comer, cagar y bueno… creo que había otro por ahí, sarcasmo obvio).
La realidad es que nos gusta revolcarnos en nuestra propia mierda… y eso pues cada quién. Aquí el problema más grande llega cuando le aventamos nuestra caca a los demás no tienen culpa. Y la analogía viene cuando con este encierro hemos dejado que nuestras peores mierdas floten: mierdas emocionales, mierdas que traemos dentro de nosotros, nuestras cacas mentales, nuestros peores defectos han salido a la luz, nuestra personalidad más agresiva, nuestros errores más visibles y culeros. Es realmente triste que este tiempo de cuarentena saquemos nuestra peor versión como hijos, como padres, como pareja, como amigos, como vecinos (aquí en mi fraccionamiento ya se agarraron de las greñas, pero ese chisme luego se los cuento porque estuvo “bueno”, pues hasta la policía llegó) pero creo que las palmas se las lleva nuestra poca empatía y sensibilidad que hemos tenido ¡como ciudadanos!
Antier me tocó ver cómo los peatones marranos (no todos) iban aventando basura en las calles para que la gente de los camiones de la basura del Ayuntamiento, SIN CUBREBOCAS NI GUANTES Y MUCHO MENOS ALGÚN GEL, ALCOHOL O DESINFECTANTE, levanten nuestra mierda… y se expongan de esa manera, pues somos incapaces de recoger nuestra propia caca, mental y física.
De verdad estoy tan decepcionada de cómo nosotros, los “mexicanos que nos consideramos muuuuy chingones”, salgamos a la calle sin ninguna lección de compasión por lo que estamos viviendo. Esta pandemia tristemente está dejando que flote nuestra peor mierda, y si prendes las noticas (o lees buenas fuentes como el periódico ContraRéplica) no hay día que no se registre violencia en las calles, agitadores ignorantes que pelean solamente porque ya están hasta la madre de la situación económica, y lo entiendo, pero NO aventemos al otro nuestra mierda.
Usemos esta oportunidad para ser mejores personas… pues la forma más poderosa para salir de ésta es HACERNOS RESPONSABLES DE NUESTROS PROPIOS ACTOS… y ojalá sí lo apliquemos, porque a este paso nos vamos a matar entre nosotros mucho antes que el Covid-19 lo haga.