Columnas
Vivimos enamorados del amor… queremos vivir en él, enamorados de él, en presencia constante de él… pero poco sabemos lo que es el amor, mucho menos lo practicamos con nosotros mismos; pero lo esperamos, lo demandamos y lo exigimos a los otros.
El amor ha sido de los “valores” y, sobre todo, el estado más buscado y preciado desde inicios de la humanidad. La etimología del amor viene de la raíz latina amma, que hace referencia a cómo los niños se referían a su mamá. Y se compone del prefijo – a y la palabra en latínmors que significa muerte. De ahí que vivir con amor hace alusión a “vivir sin muerte”.
Pero vivimos en la muerte misma, ya que cuando nos pedimos a nosotros mismos que narremos nuestras historias de amor, nos dirigimos directo y sin escalas a relatar nuestras historias de desamor, de dolor, de tristeza, de sufrimiento, de miedo, enojo y hasta del mismo odio… en su máxima expresión.
Sin embargo, a raíz de estos desencuentros dolorosos, podemos decidir qué es lo que NO queremos en nuestra vida, y si tenemos la “suerte” de estar conscientes, podemos desear, con todas nuestras fuerzas, un cambio hacia el verdadero amor… en esa ruptura del corazón es cuando podemos despegar como el ave fénix y volar hacia una conquista sana del amor verdadero… que es el amor propio.
Pero cuando no tenemos este “awareness” nos vinculamos de forma tóxica con el amor, que empieza por un enamoramiento ciego, cargado de hormonas de la felicidad como oxitocina, dopamina, serotonina y endorfinas que desembocan en un estado efímero, poco duradero pero MUY adictivo; haciéndonos desear constantemente un “amor” energizado de hormonas pasajeras… sensaciones corporales que no tienen perpetuidad, y cuya única forma de mantenerlas “vivas” es a través de nuevas relaciones, que tienen un rush excitante, emocionante pero perecedero… es una energía fugaz que una vez que pasa nos deja más solos, más vacíos y más alejados de que es el amor hacia uno mismo.
El enamoramiento es adictivo… nuestro cuerpo necesita relaciones nuevas que eleven estas hormonas de la felicidad, que nos energetice, que nos lleve a la cumbre del éxtasis… pero nos regesa a una caída cada vez más profunda, nos paga con un desamor más doloroso… porque no buscamos amarnos, buscamos que alguien más nos ame. Y queremos estar al filo de esos químicos y buscamos esos picos de “amor” que nos den la sensación de poder lograrlo todo, de sentirnos invencibles cuando alguien nos ama, donde creemos poder conquistar al mundo porque estamos enamorados, o por lo menos aparentemente, y creemos estar siendo correspondidos… y depositamos todos nuestros sueños e ideales en la expectativa de que alguien más me hará feliz…sin darme cuenta de que todo lo que espero del otro es algo que YO MISMA me tengo que dar.
Y mientras busco incansablemente quién me haga feliz, y deshecho personas que creo que no lo lograrán, evado y rechazo… y me paso la vida consumiendo seres humanos, apagando mi amor propio… y como NO sé que es lo que quiero o cómo podría amarme, me sigo conformando con las personas que llegan a mi vida porque he sido “escogida”, regalándoles mi elección… donde el otro es quien me escoge, y tristemente bailo a su ritmo, porque yo NO conozco el mío… porque me siento incapaz de escoger a quien yo quiero amar…pero tú, ¿escoges a quién amar o te conformas con quién te ha escogido?