¿Democracia radical o populismo judicial?

Lorenzo Córdova Vianello

Entre acordeones, cadena de mensajes y una operación de “mapacheo electoral” a escala nacional, que además cuenta con la anuencia de las más altas cúpulas del poder, nos encaminamos a elegir jueces, magistrados y hasta ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La propaganda del régimen ha sido clara desde el principio: “vivimos un ejercicio democrático, inédito en la historia nacional”; mientras que cualquier ciudadano sensato, con nociones mínimas de constitucionalismo democrático, sabe que los comicios del domingo serán “el último clavo en el ataúd” de la República en México.

¿La democracia desmantelando la República? Por enésima ocasión, es todo un clásico de la teoría política occidental. Y, sin embargo, ante el simplismo colectivo, llama poderosamente la atención que ese “clavo” que acabará con la independencia judicial frente al Poder Ejecutivo, en un vuelco inesperado del destino, lo hundirá el mismo órgano que desde la reforma electoral de 1996 ha garantizado elecciones democráticas, equitativas y competitivas: el Instituto Nacional Electoral.

No nos hagamos, fue el Consejo General del INE quien terminó “doblándose” ante Morena y la Cámara de Diputados aceptando una reducción presupuestal de 8 mil 855 millones 235 mil pesos, en aras de “la austeridad republicana”, a pesar de los gastos extraordinarios que supone una elección judicial con 881 cargos en juego. Desde luego la Junta General Ejecutiva les leyó la cartilla y el Honorable Consejo no tardó en solicitar una ampliación presupuestal por mil 511 millones 757 mil 665 pesos, y aunque inicialmente Hacienda y Crédito Público “los mandó por un tubo”, al final les ofrecieron las migajas de un fideicomiso del Poder Judicial con la mísera suma de 800 millones, que terminaron agradeciendo sin dignidad ni decoro.

En consecuencia, como resultado de la sumisión de Guadalupe Taddei frente a Morena y Palacio Nacional, este domingo 1º de junio sólo se instalarán 84 mil 220 casillas, siempre y cuando el crimen y los sistemas ilegales que controlan bastas zonas geográficas de este país así lo permitan; en contraste, durante el proceso electoral ordinario federal 2023-2024 se instalaron el 99.85 por ciento de las 170 mil 182 casillas aprobadas por el INE. Si hacemos cuentas rápidamente constataremos que la reducción en materia de mesas de casillas que enfrenta este proceso extraordinario es del 50.51 por ciento.

Y, sin embargo, lo tragicómico de todo esto es que "la elección del pueblo" no le interesa al pueblo. Según datos de la propia Guadalupe Taddei el INE espera una participación de entre el 13 y 20 por ciento del listado nominal. Es más, se dice que ni siquiera Andrés Manuel López Obrador, el responsable absoluto de esta catarsis constitucional, se asomará a las urnas el domingo próximo, engrosando las filas del abstencionismo y alimentando los rumores de que no está en territorio nacional.

¿Qué va a pasar, después de las 18 horas del próximo domingo 1º de junio, con el 80 por ciento de más de 601 millones de boletas electorales inutilizadas en razón del desprecio del electorado frente al proceso? Nada, se quedarán “inmaculadas” por decisión del Consejo General del INE.

¿Quién vigilará que no haya siembra de sufragios en favor de los perfiles favoritos del régimen? Nadie, no se les permitió a los candidatos judiciales tener representantes en las casillas.

P.D. Mucha suerte entonces a todos los abogados litigantes, algunos hasta profesores universitarios que sin ningún indicio de carrera judicial conseguirán, gracias al acarreo, la intimidación y la compra de sufragios lo que jamás hubieran logrado por capacidad y mérito. Ustedes, mis queridos advenedizos, comparten la indigna tarea de sepultar lo poco que queda de República en México. Qué les aproveche su populismo judicial.