Primera Clave. El 2 de octubre fue viernes.
Ese día, un Tribunal Colegiado de Circuito le habría enmendado la plana al Poder Judicial de Quintana Roo en el caso Marín-Cacho.
Según versiones de fuentes dignas de crédito, los abogados del ex gobernador Mario Marín y del empresario Kamel Nacif habrían echado abajo los señalamientos de tortura que pesaban sobre sus clientes.
Los magistrados federales habrían recibido los argumentos, los habrían estudiado y, finalmente, habrían generado un nuevo dictamen.
Coloquialmente, los habrían exonerado.
Técnicamente, no habrían hallado elementos que los involucraran en la tortura denunciada por la periodista Lydia Cacho.
(Clávese el hipócrita lector en la recurrencia del pospretérito).
Segunda Clave. El 3 de octubre fue sábado.
Ese día, el notario Mario Montero Serrano comunicó vía WhatsApp a varios amigos suyos que el ex gobernador Marín habría saltado el conflicto más grave de su vida.
La noticia empezó a correr muy lentamente, pues hubo una petición expresa en ese sentido.
Por el lado de Kamel Nacif pasó lo mismo.
No hubo ánimos celebratorios.
Más bien, un discreto susurro.
Tercera Clave. Lo que los abogados habrían hecho fue pedirle a los jueces del caso la definición de la palabra tortura.
A partir de ahí inició el proceso de desmontar una acusación grave que se convirtió desde el origen en un brutal escándalo mediático.
Los abogados, pues, empezaron por el principio.
Y fueron desgajando —como si de una mandarina se tratara— el espinoso caso.
“Dígame su definición, señor juez, de la palabra tortura”.
Ahí empezó todo.
Cuarta Clave. El abogado Marco Antonio Márquez es egresado de la Escuela Libre de Derecho de la ciudad de Puebla.
Sus amigos le llaman “El Hermano Marquez”.
Algunos de sus clientes lo conocen simplemente como “El Mofles”.
Desde hace tiempo ha sido ligado —profesionalmente hablando— al abogado y ex gobernador Mariano Piña Olaya.
El Hermano Márquez es reconocido como un gran y exitoso abogado.
Defendió con éxito, entre otros, a Raymundo Zamudio Muñoz, procurador de Puebla en la administración de Gonzalo Bautista O’Farril, y a un magistrado a quien ligaron con el célebre “Cachetes”.
Hoy por hoy, el Hermano Márquez es abogado de Kamel Nacif.
Hace algunas semanas logró, por ejemplo, la liberación de las cuentas de su cliente.
Fue el primer paso de varios.
Hoy estaría en la antesala, ufff, de un brutal triunfo jurídico.
(Clávese el hipócrita lector en la textura de la palabra “brutal”).
Temporada de Zopilotes. Este miércoles, el INE estará en posibilidades de darle el registro como partido político a Fuerza Social por México.
Wikipedia, recomendado por el brillante Gabriel Zaid como una fuente impecable, dice que fue “fundado en 2019 por Gerardo Islas Maldonado, antiguo miembro del partido Nueva Alianza, y por Pedro Haces Barba, líder sindical y ex senador de Morena”.
Gerardo es el mismo que a los quince años de edad presidió, junto con el gobernador Melquiades Morales y el presidente Ernesto Zedillo, el desfile del 5 de Mayo en Puebla.
Eso ocurrió en 1999.
(Quien esto escribe lo llamó en una crónica de la época “el Niño en la sopa”).
Hoy su escenario es luminoso, pese a los malos deseos y humores de sus enemigos.
Pinta para llegar, ufff, a la dirigencia nacional del nuevo partido.
Otros poblanos muy cercanos a Haces Barba son don Rafael Moreno Valle Sánchez y Rafael Moreno Valle Buitrón.
Algo se mueve en el cielo junto a unas colinas rocosas: son los zopilotes que querían enterrar el pico en la cabeza de Gerardo.
Otra vez se quedarán con las ganas.