¿Te ha pasado que ahora ves más adicciones en la gente que te rodea?
Si tienes hijos adolescentes, puedes ver la creciente adicción por los vapeadores, adicción por las redes sociales, al TikTok, a los cosméticos, al número de likes por cada publicación subida, a los videojuegos.
Si tienes hijos pequeños, existe un consumo cada vez mayor a las tabletas electrónicas, a los videos, adicción a los alimentos dulces, adicción a estímulos externos.
En los adultos adicción al alcohol es cada vez más grave. Cada vez hay que consumir más para sentir los efectos. Hay una adicción a las redes sociales y sobre todo a TikTok. Esta aplicación se está convirtiendo en nuestro consultor de cabecera, en nuestro principal amigo, confidente y acompañante. También está la adicción a los cosméticos, a los perfumes y a las drogas.
¿Sabías que los creadores de las redes sociales y sus grandes CEO’s prohíben a sus propias familias a meterse a las redes que ellos mismos han creado? ¿Te has preguntado por qué?
Nada parece mantenernos quietos, conservar la paz interna y mucho menos sentirnos felices. Siempre buscando en el exterior estímulos que nos hagan sentir “vivos” y que llenen nuestro vacío existencial que permea a toda nuestra sociedad, en todos los niveles y en todas las edades.
Todo el tiempo estamos siendo bombardeados por un consumo de evasión que nos sobre pasa… pero esta conducta tiene sus cimientos en el vacío que, en estos tiempos, la mayoría de nosotros, estamos experimentando.
Nuestro cerebro está plagado de neurotransmisores que buscan recompensas inmediatas. Si no podemos acceder a ciertos productos, nuestro estrés, ansiedad y frustración se disparan haciéndonos sentir dolor. Si no podemos vivir, sentir y consumir lo que los reels nos muestran que la mayoría de la “gente feliz” experimenta, entonces nuestro cortisol aumenta suprimiendo la oxitocina, la serotonina y la dopamina que nos genera placer. Y el no sentir placer, nos genera depresión, tristeza e infelicidad.
Es así como nos estamos convirtiendo en una sociedad que padece, que está en dolor crónico y que con urgencia necesita sentir cierto alivio… esto ocasiona apegos destructivos, adicciones que nos hunden cada vez más…
Nuestro cerebro dice cada vez que consumimos algo de lo anterior: si esto se siente bien, tengo que repetirlo. Y cada vez necesitamos cantidades mayores de lo que sea para que el cerebro pueda activar esos neurotransmisores.
Somos una sociedad doliente que la precede un vacío existencial colectivo.
Hemos perdido el significado de estar en el momento presente. Cuando vamos a tomar un café con un amigo, si es que no se nos antojó un vino, NO ESTAMOS PRESENTES. No conectamos con los demás ni con nosotros mismos por buscar estimulantes externos. Nuestro cerebro ha dejado de producir las hormonas de la felicidad por sí mismo.
Cada vez buscamos más la felicidad afuera de nosotros… una felicidad ajena que nos deja más dolidos, ansiosos y vacíos por ya no ser capaces de encender nuestros propios neurotransmisores de manera natural.
Así que yo percibo un vacío existencial en el colectivo, y cada vez mayor. Pero tú, ¿puedes sentirlo?