Mi vecina invitó a cenar a su primo Carlos Marín, el periodista de Milenio.
Él llegó en una camioneta blindada con un guarura que le paga la Delegación Iztacalco.
(De eso me enteré porque su voz se escuchaba hasta mi jardín).
Yo estaba leyendo Guerra en el Paraíso, de Carlos Montemayor (a sugerencia de Karina Pérez Popoca, presidenta municipal de San Andrés Cholula), cuando Marín llegó sin cubrebocas y saludó de doble beso francés a mi vecina.
Entre carcajadas se burló de don Regino Burrón, que estaba lavando los trastes mientras escuchaba La Hora de Juan Gabriel.
“¡Cuando termines de lavar los trastes riegas el jardín!”, ordenó la multicitada como para marcar su territorio.
También le dijo que le trajera a Carlitos su tequila favorito —Casa Dragones—, así como limones partidos y una pizca de sal de mar.
—¡Te salió bueno tu Gutierritos, primaza!
—Hay que educarlos, Charlie. Tú me enseñaste.
Brindaron por la pandemia y por López-Gatell.
Luego, Marín se puso a hablar del presidente López Obrador.
En la primera copa dijo que cuando fue Jefe de Gobierno era su bro, que cenaban una vez a la semana, que él lo aconsejaba y le decía lo que tenía que hacer en términos políticos, y que hasta cobraba una iguala en el antiguo Palacio del Ayuntamiento.
En la segunda copa dijo que rompieron en 2006 porque él apoyó a quien describió como su alma gemela —
Felipe Calderón—, y que desde entonces López Obrador empezó a meterlo en la canasta de los chayoteros.
En la tercera copa se sinceró y dijo que Genaro García Luna fue algo más que su bro: “es mi hermano”.
En la cuarta copa, le confesó a mi vecina que el presidente Peña Nieto se portó muy bien con él y que siempre le estaría agradecido.
—¿También fue tu bro, Carlitos?
—¡Sí, fue mi bro a nivel Felipe Calderón, pero nunca en el nivel de Genaro!
En la quinta copa dijo que el presidente López Obrador le tenía cierto odio nacido de quién sabe dónde, y que el otro día lo había dejado con la mano extendida.
En ese mismo trago reconoció que México ya no era el de antes y que la economía y la pandemia estaban enterrando a López Obrador.
En la sexta copa, mi vecina se quejó del confinamiento y dijo que ya se estaba volviendo loca.
En ese momento! Gutierritos (o sea: don Regino Burrón) informó que ya había trapeado toda la casa y que ya no había Casa Dragones.
—¡Toma mi camioneta y ve a buscar uno a City Market, inútil! —gritó ella al tiempo de que Carlos Marín soltó una sonora carcajada.
Ella le confesó al periodista que ya no aguantaba a su marido y que estaba pensando en el divorcio.
—Orita no te divorcies, prima. Espérate a que se vaya AMLO. En 2022 lo vamos a correr.
Ambos rieron y brindaron mientras tanto con una botella de Torres 10.
En la primera copa, Marín dijo que junto con Joaquín y Ciro ya estaban organizando una rebelión en la granja.
—¡Vamos a llamar a la gente a la insurrección, primaza! ¡No en balde somos los periodistas con mayor credibilidad en este pinche país!
—Ay, tú, qué miedo. Yo no quiero que México se vaya a volver Venezuela y que termine gobernándome mi sirvienta. ¿Ya te platiqué por qué la corrí, Carlitos?
—Algo me dijiste que te salió muy contesona.
—No sólo eso: ¡la muy María Candelaria me mandó a la chingada!
—¡Ay, primaza! Esos de la 4T vinieron a poner todo de cabeza.
—¡La muy mustia defendía al López-Gatell y cantaba el himno nacional cada vez que AMLO le hacía honores a los muertos de Covid!
Gutierritos regresó con un Rancho Viejo, el tequila que hace poco dejó ciegos a varios campesinos en Chiconcuatla, Puebla.
Pero eso no se los dijo. Se concretó a servirles sendos caballitos y se puso a trapear de nuevo, pues sus perritos ya se habían hecho en la sala.
La Aclaración del Gobernador. Vía Zoom, en línea con María Fabiola Alanís Sálamo, directora de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), el gobernador Miguel Barbosa Huerta le enmendó la plana a ésta en el tema de sus cifras sobre impunidad y le dijo que alguien la estaba engañando.
“Contra cada acción violenta, hay un responsable en la cárcel. La engañaron, la engañaron. No sé quién le dio esos datos. Cada delito lo estudiamos de fondo.
“Puebla era quinto lugar en delincuencia. Hoy somos el 23 según el Consejo Nacional de Seguridad Pública. Y eso que la Secretaría de Seguridad Pública federal no me ayuda en nada. En nada me ayuda”.
Antes había elogiado a Mónica Diaz de Rivera, secretaria de Igualdad Sustantiva, por su trabajo cotidiano.
“Mónica sabe en qué lugar de mi corazón está”, dijo.
En esta primera sesión ordinaria del Sistema Estatal para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres estuvieron presentes diversos alcaldes de la entidad.
Ahí estuvo, pero en plan Fantasma, la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco.
Y es que no habló ni pidió la palabra a lo largo del acto.
Algunos de sus compañeros dijeron incluso que aprovechó la sesión para echarse una dormidita, pues ni siquiera abría los ojos.