Las campañas políticas y el día del niño

Seguramente los candidatos y los partidos políticos aprovecharán la ocasión para regalar todas las chucherías habidas y por haber.

Los políticos y los partidos políticos creen que el 30 de abril es un día especial para ellos. Como si les dijeran:

“Hey, si compran unos juguetes muy baratos de a 10 pesos por mayoreo y los entregan entonces la gente los va a querer”.

Un pepe grillo les hace ojitos cada vez que es 30 de abril. Sienten que se alinean todas las estrellas y sienten que Santa Claus y los Reyes Magos se quedan chiquitos frente a ellos.

El chiste es que los políticos ceden a la tentación de entregar juguetes baratos en las zonas más pobres y se sienten parte del universo.

Sienten que han hecho el gran bien por la humanidad y que en las fotografías donde aparezcan son los seres más maravillosos del planeta tierra.

La gente que rodea a los políticos les jura y perjura que son personas increíbles y que los niños les vivirán eternamente agradecidos si les regalan un balón de futbol, que, por supuesto no es el balón oficial de la última copa del mundo, y que las niñas amarán sus muñecas de cabellos güeros, que, por cierto, ni son Barbies ni nada por el estilo.

Esa tradición supera las ideologías. No importa si el candidato es de la izquierda más chaira del país, o si es el candidato más fifí del país. El 30 de abril los políticos se sienten la madre Teresa de Calcuta.

(A los políticos no les importa si los niños sufren violencia, o son violados, o si no hay una cancha de futbol en su colonia para que hagan deporte, o si el transporte público para ir a la escuela es una carcacha, o si en las escuelas en las que van, cuando había clases presenciales, no hay agua, lo que les importa es que se “celebra el día del niño”) .

Lo peor es que el 30 de abril es el día en que empiezan durante las campañas políticas en Pueblas las maravillosas ideas de los políticos para hacer campaña. Sigue el 5 de mayo y todos los candidatos se sienten hijos del General Ignacio Zaragoza. Se sienten valientes Zacapoaxtlas y Xochiapulcas. Se sienten los meros meros que vencieron al Ejército Francés y se suben a su ladrillito donde casi se sienten herederos de la batalla del 5 de mayo. Luego viene el 10 de mayo y los políticos se acuerdan de que tienen madre. O sea, madrecitas o madre o que la tuvieron en algún momento de sus vidas y que hay que tomarse la foto con la madre y hay que regalarles a las madrecitas algo, aunque sea una rosa, o rifar una serenata, o una licuadora o unos tupper para las madres o hacer una comilona, (ahora no se puede hacer una comilona por las restricciones del COVID-19, ni se les vaya a ocurrir).

Y luego viene el Día del maestro. Y todos los políticos se acuerdan de sus maestros y sacan sus fotos con sus maestros, o se acuerdan que algún familiar es maestro, y de nueva cuenta, hay que regarles algo a los maestros. Hay que hacer una comilona con los maestros porque si nos ganamos a los maestros entonces ganamos las elecciones. Así que los políticos si se ganan a los niños y les dan regalos, si les llevan sus regalos a las madrecitas y si quedan bien con los maestros, pues ya ganaron su elección. Esa es la lógica de los políticos, ¿para qué desgastarse si nada más hay que llevarles regalos en abril y mayo a niños, maestros y mamás?