Ingolstad.- Son cerca de las 10 horas y el sol baña por completo una inmensa explanada de adoquín, que refleja buena parte de la luz que recibe. Estamos de pie frente a la imponente estructura cilíndrica de 23 metros de altura, hecha de acero y vidrio, que integran el museo de Audi en Ingolstad, Alemania, a ochenta kilómetros al norte de Munich, un edificio que fue inaugurado en diciembre del año 2000, con la intención de poner al alcance del público una parte de su colección, para lo cual fue necesaria una inversión de 22 millones de euros.
Es imposible ocultar la emoción de estar en este recinto, la cual se incrementa conforme nos acercamos a la entrada principal, dando pasos desesperados, más parecidos a pequeños saltos, pues detrás de la puerta giratoria de acceso, la firma de los cuatro aros resguarda buena parte de su historia, una que Audi comenzó a documentar y recuperar en los años 80.
Si la firma alemana decidiera mostrar todo su acervo automotriz, de más de 800 vehículos, estas instalaciones serían insuficientes, por lo que los 6 mil metros cuadrados de superficie total del museo hacen espacio suficiente para exhibir 80 coches y 30 motocicletas y bicicletas de manera simultánea.
La bienvenida corre a cargo de una estructura giratoria vertical, de la cual penden plataformas que dan sustento a varios de los coches de carreras de Audi, como el 200 quattro Trans Am de 1988, el quattro IMSA GTO de 1989, el A4 ganador del DTM 2007, un Audi Rally quattro Grupo 4 de 1980 o el R8 LMS, entre muchos otros, los cuales ascienden y descienden de piso a techo, conforme los engranes impulsan los eslabones de la enorme cadena que pone en funcionamiento esta particular exhibición.
La exhibición se recorre de arriba a abajo, por lo que tomamos el elevador para llegar a la parte más alta del recinto, perfectamente iluminada por la luz natural, a esta hora del día.
En esta primera parte se rinde un tributo a August Horch, el ingeniero alemán y pionero de la industria del automóvil, quien fundó la empresa que se convirtió en Audi, pues recordemos que, en 1932, las cuatro compañías Audi, DKW, Horch y Wanderer se fusionaron para formar Auto Union AG, y eligieron los cuatro aros como logotipo.
En este punto, una de la joyas que más destacan es un Audi Front Roadster de 1936, del que únicamente sobrevivieron dos unidades, y que fue completamente restaurado por los ingenieros y maestros artesanos de la división Audi Tradition, encabezada por Ralf Hornung, quien además se encarga de la búsqueda y adquisición de vehículos antiguos de Audi.
También se encuentra uno de los modelos considerados como una leyenda de las carreras y el último sobreviviente original, el Auto Unión Silver Arrow, desarrollado entre 1933 y 1939, impulsado por 500 caballos de fuerza para mover 750 kilos de peso a 300 km/h.
Comparte el piso de exhibición con modelos Audi, DKW, Horch y Wanderer antes de la fusión, razón por la cual, además, encontramos motocicletas, bicicletas, vehículos militares, de lujo, convertibles, de trabajo y autos económicos de la época, pero todos fabricados de manera independiente.
Tras la unión de las cuatro marcas, todos los modelos mostraban el emblema de los cuatro aros, sin embargo, también mostraban el emblema de la submarca a la que pertenecía, es decir, Audi, DKW, Horch y Wanderer, cada una enfocada a diferentes segmentos de la población en función de su poder adquisitivo.
Otra de las joyas que se luce en el museo es el Horch 855 de 1939, un convertible del cual sólo se fabricaron siete unidades de las cuales sólo sobrevivió el que está en este recinto. De hecho, esta unidad no pertenece a la colección de Audi Tradition, y el propietario únicamente lo presta para su exhibición.
La segunda parte de la muestra permanente está integrada por vehículos de Audi fabricados tras la Segunda Guerra Mundial, como el Audi 72 de 1965, el primer vehículo de la firma alemana producido en la postguerra.
Llegamos a 1984 y el máximo representante de este año para Audi es el Quattro, el cual luce en todo su esplendor con esa carrocería teñida en rojo y rines blancos en contraste, así como sus versiones de carreras, tanto de rally como Pikes Peak.
Sin duda alguna, para donde se dirija la vista, hay coches interesantes que han sumado su granito de arena en la construcción de la historia de Audi, ejemplares que son mimados con esmero y que tienen un lugar asegurado en la historia del automóvil.
Finalmente y empapados de nostalgia e historia, no pudimos dejar de visitar la tienda de recuerdos, donde es posible adquirir, entre un mundo de objetos y accesorios, algún vehículo a escala, playera o libro, nos decantamos por el libro.