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Claudia Rivera: lo Malo y lo Bueno

Claudia Rivera: lo Malo y lo Bueno

Columnas domingo 11 de octubre de 2020 - 16:07

En el nuevo mundo de la reelección mexicana todo puede prestarse a sospecha.

Un caso: el de Claudia Rivera Vivanco, alcaldesa honoris causa de la Ciudad de Puebla.

Lejos de lo que permite el Código electoral, Claudia —seguramente aconsejada por Adán Jodorowsky (su tutor, su cómplice, su todo)— decidió iniciar su campaña reeleccionista haciendo una promoción personalizada al exaltar de manera predominante su imagen y su nombre con frases sin contenido que aludan los “resultados” de su gestión.

Muy en segundo plano coloca la información relacionada con el municipio que en apariencia gobierna.

Las mejores practicas democráticas permiten que un gobernante informe periódicamente los avances y resultados de su gestión ante los ciudadanos que la eligieron y a quienes representa.

Esto tendría que constituir un verdadero ejercicio de rendición de cuentas.

Pero ese informe debe hacerse con apego a ciertas reglas, como centrarse en informar los avances y las acciones en las áreas que le corresponden como autoridad, y evitar que el uso de los recursos —humanos, materiales o financieros a su alcance— sirvan para promover su imagen personal.

En el proceso electoral —que está a menos de un mes de iniciar en Puebla—, esto guarda mucha relevancia dada la, hasta hace poco, inédita posibilidad de la reelección de alcaldes y diputados en el estado.

Ante la clarísima violación de la ley electoral, le corresponderá al IEE y al Tribunal mirar con lupa la publicidad del informe de gobierno para, en su caso, sancionar esta conducta que puede violentar el artículo 134 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos por el uso indebido de recursos públicos para favorecer su imagen.

No dudo para nada que los partidos políticos ya hayan interpuestos sus quejas y recursos ante esta mascarada jodorowskiana.

Que Alá la perdone, porque los poblanos ya se ve que no lo harán.

Nota Bene Ibargüengoitiana: Claudia Rivera rendirá este lunes su informe de gobierno.

¡Qué emoción!

¿Qué informará?



Lo Bueno de Claudia. No todo ha sido malo en la gestión de Claudia Rivera.

Hay cosas brutales que seguramente a los poblanos les han gustado mucho.

Por ejemplo:

La mantita que puso en el balcón principal de Palacio para apoyar la libre decisión de las mujeres que deseen abortar.

Las rayitas del arcoíris lésbico-gay que pintó en su momento y que fueron muy bien vistas por las poblanas come-hostias ligadas al Yunque y al Opus Dei.

Las obritas con las que se han despachado los García Viveros y demás Jinetes del Apocalipsis a lo largo de este tiempo.

Los acuerdos secretos de no intervención que han firmado (metafóricamente hablando) la encargada de Seguridad Pública municipal con los barones de la droga, la prostitución y los robos en casas-habitación.

La idea de que un ayuntamiento de izquierda debe privilegiar el discurso por encima de las obras.

(Las únicas que han hecho están inspiradas en esa célebre frase del profesor Carlos Hank González: “Mientras más obras, más sobra”).

La repartición de condones en la vía pública.

Los tenis postmodernistas de la alcaldesa.

Los retiros espirituales a la sombra de su gurú.

El viaje a Viena.

La alianza con César Yáñez y Dulce Silva.

El grito hechizo después de la ceremonia del Grito real.

El optimismo desbordado.

El cambio de look.

El cambio de residencia.

La ceja castigadora.

El discurso cantinflesco para ocultar la realidad.

La descalificación como método.

El método como descalificación.

La victimización como estrategia.

Los performances en el legislativo.

La cultura del bache.

El bache como patrimonio de la humanidad (Poblana).

El bache como insignia del “sí se puede”.

El bache per se.

Ufff.

(Por falta de espacio nos guardamos el resto de los beneficios).

Es cuanto.



Y por si fuera poco: Violencia de Género. Este lunes al mediodía, la presidenta municipal de Puebla se llevará otra sorpresa, al decir de una fuente ligada al órgano electoral.

Y es que la denuncia que hay en su contra por violencia de género —interpuesta por Yasmín Flores Hernández— encontró su cauce.

Y ese cauce es realmente penoso para quien ha hecho de esa bandera un supuesto himno laico.

Será de pena ajena que el recurso interpuesto por quien fue coordinadora ejecutiva de Proyectos de la Presidencia tenga eco ahí donde las arañas hacen su nido.

El Instituto Electoral del Estado —según la misma fuente— exhortará a Claudia Rivera para que emita políticas públicas que fomenten un ambiente de seguridad y protección a las mujeres que trabajan en el ayuntamiento.

Además de que la presidenta marginó y amenazó a Yasmín Flores, ha quedado demostrado que los actos de persecución de los que ha sido víctima la ex funcionaria están ligados a un vehículo Dodge Attitude —conducido por un hombre—, mismo que se encuentra dentro del inventario de la administración pública municipal.

Y todavía falta otro proceso relacionado con la ex secretaria de Desarrollo Urbano, a la que, sin investigar y tener pruebas, Claudia Rivera acusó de corrupción.



El Protocolo Fallido. ¿Dónde se ha visto que en un informe de gobierno la autoridad municipal tome la palabra dos veces?

Sólo en la Ciudad Gótica de Puebla.

El protocolo por el que el gobernador Miguel Barbosa decidió no asistir es el siguiente.

Vea el hipócrita lector:

Primer punto: Claudia Rivera rinde su informe.

Segundo punto: el síndico municipal responde (elogia) el informe.

Tercer punto: los regidores toman la palabra.

Cuarto punto: el gobernador ingresa al Salón de Cabildos y hace uso de la palabra.

Quinto punto: la presidenta municipal vuelve a tomar la palabra para sus conclusiones finales.

Ese quinto punto está absolutamente fuera de lugar.

Nunca, en la historia de la Puebla reciente, se ha visto tamaño protagonismo.

¿En qué está pensando la presidenta?

¿Quién la asesora?

Además de que fue invitado de última hora, con un desgano evidente, el gobernador Barbosa hizo bien en declinar la invitación tras conocer el protocolo bananero.

Cuando se rompen los límites del ridículo ya sólo queda el pastelazo.

A eso hemos llegado en Ciudad Gótica.

Que Dulce Silva de Yáñez la redima.

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/CR

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