La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a México trajo como resultado unidad política.
Tan pronto pudieron, las y los gobernadores de todo el país publicaron un pronunciamiento desde la Conago para expresar su apoyo a la
presidenta Claudia Sheinbaum.
Legisladores, políticos, expresiones de distintos frentes respaldaron a la Presidencia ante lo que viene, una negociación tensa y compleja.
Esa unidad es indispensable para responder con fuerza a Trump.
Las medidas arancelarias y no arancelarias que vaya a adoptar el gobierno federal requieren de respaldo absoluto.
Un paso en falso puede representar un alto costo político e incluso económico para México.
Esos pronunciamientos de adhesión serán igualmente necesarios el próximo domingo durante el anunció de su aplicación, como lo adelantó Sheinbaum.
Si hablamos de las medidas económicas, la presidenta necesitará que las cúpulas empresariales, las industrias, las personas de dinero demuestren su aceptación y apoyo.
En lo político, tendrán que salir una vez más las y los gobernadores, en redes sociales y en la asamblea que se prepara para el fin de semana.
Sin embargo, fiel al estilo de López Obrador, hará una asamblea popular, una movilización al Zócalo de la Ciudad de México para demostrar fuerza.
Sin embargo, esta concentración azuzará un sentimiento nacionalista que, por obviedad, redundará en la evaluación personal de la mandataria.
Se encuentra en libertad de organizar tantas marchas y consultas quiera, sólo que no influirá en términos reales en la negociación con el gobierno estadounidense.
Desde el análisis político, la convocatoria masiva para el domingo lejos de generar un mayor efecto de unidad pone en riesgo la cohesión social.
Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador cada uno de sus informes en la plaza pública no hicieron más que dividir a la sociedad, alentar el encono y la polarización.
El riesgo de aplicar una estrategia que sirvió en su momento para robustecer la imagen personal del presidente en turno, radica en provocar un daño a esa unidad vista bien por algunos perfiles de la oposición.
Preparan para tal efecto la movilización multitudinaria.
Cientos de camiones provenientes de todas partes del país llegarán al Zócalo para demostrar músculo —lo que Trump ni siquiera sabe qué significa—.
Es más, al presidente de Estados Unidos no le interesa, no mira a México para permanecer al tanto de sus movimientos.
La jugada del magnate norteamericano es la de la presión y la amenaza, ahí centra su atención.
Los encuentros necesarios son con los inversionistas y empresarios exportadores.
El propósito radica en aterrizar las implicaciones económicas de las medidas externas y las propias.
En fin, es decisión de Palacio Nacional elaborar una asamblea que no llegará a la frontera entre México y Estados Unidos.
CAJA NEGRA
Genio y figura… El presidente ha deslizado la posibilidad de modificar, o al menos reducir, la tasa de los aranceles impuesta a nuestro país, pero requiere saber qué más haría México.
Si esto sucede antes del domingo, se confirmará que es una táctica más del mandatario estadounidense para apretar a sus socios —en una relación muy violenta– y obtener algo de ellos.
La última vez consiguió que el gobierno federal extraditara a 29 capos de la delincuencia organizada, entre estos Rafael Caro Quintero, para que puedan ser enjuiciados bajo sus reglas, lejos de cualquier intento de impunidad.
¿Qué más quiere Trump? ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar para conseguir sus objetivos? ¿La presidenta Sheinbaum qué más cederá? ¿A quién más puede entregar, o con qué otra cosa negociar?
Hay que esperar el resto de la semana, particularmente después del jueves que habrá una conversación telefónica de alto nivel entre ambos presidentes.