Argumentos sobre la elección del Poder Judicial
Columnas
México se encuentra a unas semanas de vivir un ejercicio inédito, porque será la primera ocasión que se vote por integrantes del Poder Judicial, por lo que me lleva al siguiente análisis.
Hay que ver este hecho a la luz de tres aspectos importantes: Primero, la motivación política más no jurídica de la reforma al Poder Judicial; segundo, la legitimidad cuestionada del proceso; y, tercero, las deficiencias del propio proceso.
He decidido no acudir a las urnas el próximo 1 de junio porque, como planteo en el primer punto, la reforma surge de la revancha política, de la intolerancia del titular del Poder Ejecutivo en contra del Poder Judicial.
No olvidemos las motivaciones del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador; y no, no es porque la ministra presidenta Norma Piña desairada al tabasqueño en aquella ceremonia de la conmemoración de la promulgación de la Constitución, eso es un ardid.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación y juzgados en todo el país cumplieron con su trabajo y pararon constantemente los proyectos estratégicos del mandatario federal, no por intereses mezquinos, sino por un principio de justicia.
Sin embargo, López Obrador, en un ánimo de venganza emprendió la reforma que ya se conoce.
Su intención nunca radicó en dotar de mejores condiciones al sistema de justicia del país, sino controlar al aparato judicial y eliminar un contrapeso a sus decisiones.
Ahora bien, si hablamos de la legitimidad de la reforma y en consecuencia de la elección, no podemos pasar por alto la sobrerrepresentación concedida finalmente por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En una interpretación jurídica republicana las cuentas no estaban a favor de Morena y sus aliados, pero el Tribunal, tomado por magistrados allegados a la 4T, favorecieron intereses políticos por encima del principio de representatividad.
Pese a esto, Morena, PT y PVEM requerían dos votos más para conseguir la mayoría calificada en el Senado y eso finalmente lo consiguieron a través de la presión política, intimidación y juego sucio.
Como en los peores momentos de los gobiernos autoritarios del PRI —y dicen que no son iguales— desempolvaron órdenes de aprehensión contra Miguel Ángel Yunes Márquez y también contra Miguel Ángel Yunes Linares y doblaron las manos del ex panista.
A Daniel Barreda, de Movimiento Ciudadano le pasó algo muy similar, aunque el blanco de la “negociación” fue su padre.
Sin duda artimañas que deslegitiman la reforma, cuestionan el ejercicio democrático y libre del proceso y enloda la nueva conformación de una institución como la Suprema Corte de Justicia.
Después de esto, el proceso ha sido un desastre.
Primero la desorganización en el Senado para la insaculación —el uso de la tan socorrida tómbola de la Cuarta Transformación–, luego los conflictos por el presupuesto, los cuestionamientos por la probidad de los perfiles que los mismos legisladores propusieron y el desaseo político para permitir que hasta el Ejecutivo, a través de la presidenta Sheinbaum, promueva una elección desangelada.
Esta entrega no es un llamado para nadie más. Creo en la madurez de las y los ciudadanos y cada quién debe tomar sus propias decisiones.
CAJA NEGRA
Las campañas por las diferentes posiciones en el Poder Judicial rondan en la frivolidad, los lugares comunes y promesas trilladas por lo abstracto de sus condiciones. Es decir, ¿qué se puede ofrecer a un electorado que no sea justicia?
De ahí esfuerzos tan banales como aquel del abogado de romper la comparación respecto de un chicharrón, o de quienes prometen justicia selectiva sin importar que la justicia no puede comprometerse anticipadamente.
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/CR
