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Saquen la matraca

Saquen la matraca

Columnas martes 06 de abril de 2021 - 05:43

De repente, nos aventaron a las elecciones.

La máquina mediática nos lleva de un lado para otro. Los poderes públicos sueñan con las serpientes del futuro.

Las elecciones son ese momento mágico donde todos te prometen todo.

Son un oasis de promesas.

Un vendaval de yo no soy como los otros.

Una tormenta del ahora sí te cumplo.

Es la jaula de la melancolía de los lugares comunes.

Atrapados en ese rinconcito tropical los partidos políticos se ajustarán al guión básico de campaña:

“Nosotros somos los buenos. Los malos son los otros”

“Los malos son los otros. Nosotros somos los buenos”.

Lo que a todos nos conviene es elevar el contenido y la calidad de los procesos democráticos.

Pero parece que estamos muy lejos del ideal democrático.

O por lo menos de una canasta básica de la democracia.

Los partidos políticos ahuyentan el debate de fondo.

Abandonan las propuestas, dejan de explicarle a las personas cómo van a solucionar alguna problemática: medioambiente, empleo, seguridad, etc.

Y cuando logran esbozar alguna propuesta, la propuesta del partido A es igualita a la del partido B.

El triunfo de la tecnocracia.

La pandemia nos confinó.

Pero la vida política del país está confinada a lo mismo de siempre.

Los viejos rostros regresan una y otra vez. Se postulan. Brincan de un partido a otro. Son los mismos una y otra vez.

La nueva clase política anunciada por Morena no se arriesgó a nada.

Se blindó contra la transformación profunda del país y se negó a hacer historia.

Prefirió la comodidad del terciopelo y no hubo ninguna Comuna de París ni una Primavera de Praga luego de la llegada de la 4t al poder.

Hoy regresamos al ilusionismo conservador pintado de guinda: las descalificaciones en contra de las mujeres feministas, el desprecio a los zapatistas, el “si no estás conmigo estás contra mí” convertido en la premisa de la Cartilla Moral, el nuevo dogma de la infalibilidad de la mañanera.

El “lástima Margarito” a sotto voce para los aspirantes a candidatos que venían de la izquierda y desde abajo y que hoy miran en las candidaturas a los priistas, panistas y perredistas contra quienes disputaron el poder en el partido que quería hacer historia

Y hasta el obispo emérito Onésimo Cepeda es postulado como candidato a un puesto de elección popular.

Saquen las matracas y echen el confeti. Aquí nada cambió. Son los mismos de siempre, confundiendo al elector con la guerra de lodo, aunque nada más se reacomoden en el poder.

Aquí nadie tomó el cielo por asalto.

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/CR

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