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AFP
Marguerite Bérard fue nombrada directora del banco holandés ABN Amro el miércoles, una novedad para una ejecutiva francesa, después de una carrera impecable en despachos ministeriales y en los comités ejecutivos de dos gigantes bancarios franceses, BPCE y BNP Paribas.
"Es un honor para mí que se me haya confiado la responsabilidad de dirigir el banco en los próximos años", declaró la Sra. Bérard en un comunicado tras la junta de accionistas del banco, que confirmó su llegada.
Este nombramiento llega poco más de un año después de su sorpresiva salida de la dirección de la red francesa de BNP Paribas, un posible trampolín hacia el círculo íntimo de poder del mayor banco de Europa, actualmente compuesto íntegramente por hombres.
"Ya llevaba cinco años en un negocio difícil en el que no le había ido nada mal", recuerda una compañera. "Creo que debía aspirar a hacer otra cosa, aunque solo fuera para tener posibilidades de suceder", afirmó el director general Jean-Laurent Bonnafé, en el cargo desde 2011.
El problema era que el puesto estaba lejos de estar vacante. Marguerite Bérard lo entiende y abandona BNP Paribas en marzo de 2024, de la noche a la mañana.
Nacida el 31 de diciembre de 1977 en París en una familia de diplomados de la ENA (Escuela Nacional Superior de Administración), de madre banquera y padre prefecto, Marguerite Bérard siguió la tradición familiar uniéndose a la Escuela de la Alta Función Pública en 2002, después de una temporada en Sciences Po y un máster en la Universidad Americana de Princeton.
Se graduó como la mejor de la famosa clase "Léopold Sédar Senghor", superando a un tal Emmanuel Macron.
- "Manos en la grasa" -
Marguerite Bérard, liberal, se incorporó a la inspección de finanzas y sirvió al candidato Nicolas Sarkozy antes de convertirse en consejera en el Palacio del Elíseo entre 2007 y 2010 y luego en jefa de gabinete del entonces ministro de Trabajo, Xavier Bertrand.
Trabajadora y decidida según sus allegados, sin embargo unos años después lamentaría haber “sacrificado” momentos con sus seres queridos por culpa de su horario de trabajo.
La victoria de François Hollande en 2012 la impulsó al sector privado: entró en el BPCE, que reúne a los Bancos Populares y a las Cajas de Ahorros, como directora general adjunta encargada, entre otras cosas, de la estrategia.
En 2019, se trasladó a BNP Paribas para dirigir el banco comercial en Francia, que no era tan rentable como otros negocios del grupo y tenía una infraestructura de TI obsoleta.
Estos nuevos roles le exigen "ensuciarse las manos", recuerda un amigo cercano.
Marguerite Bérard es "una persona de gran inteligencia" que "fue una de las estrellas emergentes del sector bancario y de la que se habló mucho", recuerda Ángeles García-Poveda, presidenta del consejo de administración del fabricante de equipos Legrand.
- Nuevas páginas -
La Sra. Bérard ha mantenido una discreción desde que dejó BNP Paribas. Se dice que su objetivo es aprender holandés.
No faltan desafíos en ABN Amro, dieciséis años después de que el banco fuera nacionalizado durante la crisis financiera de 2008. El gobierno holandés anunció el pasado mes de octubre su intención de reducir su participación a alrededor del 30%.
Su éxito "depende en gran medida del pragmatismo y de la capacidad de forjar compromisos y consensos", advierte Vassy, director de Sciences Po y exembajador en Países Bajos.
Inagotable en materia de Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía en 2002, a quien tuvo en clase en Princeton, Bérard comparte con gusto sus recomendaciones de libros, películas y recetas de galletas en la red social Linkedin.
Mientras uno de sus amigos cercanos elogia su lealtad en la amistad y su capacidad para llevar a cabo múltiples proyectos simultáneamente, también destaca su ambición y lo critica por una cercanía a veces exagerada y un enfoque transaccional de las relaciones humanas, rara vez desinteresado.
Marguerite Bérard, madre de dos hijos, publicó en 2019 un libro sobre la historia de su abuelo, "El siglo de Assia", así como el thriller político-financiero "Oligarca", en colaboración con el jefe del banco Rothschild, François Pérol, bajo el seudónimo de Elena B. Morozov.
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