facebook comscore
La cadena invisible de la agresión

La cadena invisible de la agresión

Columnas miércoles 05 de febrero de 2025 - 22:05

Ayer fue un día de esos que te ponen a prueba. Mi perro se hizo pipí en la llanta de un auto y, en lugar de una petición amable, recibí una graznada de insultos. No había pasado ni un par de horas cuando otro episodio me sacudió: choqué. O más bien me chocaron. Pero la persona responsable no solo se negó a aceptar su culpa, sino que se bajó histérica a gritar y tomar fotos, amenazando con exhibirme en redes sociales. Jamás aceptó que era su culpa… en su cabeza ella no era la responsable.

Ese mismo día, mi madre, que está en tratamiento de quimioterapia, se sintió mal. Luego, un tráfico imposible hizo que llegara una hora tarde a mi destino. Por la noche recibí un reporte escolar de mi hijo: no estaba entregando sus trabajos y usaba demasiado el celular durante las clases. Con el peso de todo lo que había absorbido durante el día, exploté. Le grité, lo traté mal… por supuesto que me acosté sintiéndome LA PEOR mamá.

Y me despierto dándome cuenta de algo fuerte, que permití que toda esa energía agresiva de otras personas se filtrara en mi mente, en mi espíritu, en mis relaciones… en mi casa… interna y externa. Sin quererlo, me convertí en un eslabón más de esa cadena “malvibrosa”. Una cadena de MALestar.

Eso me hace preguntarme cuántas veces llevo encima la hostilidad de alguien más, o viceversa, ¿cuántas veces mi agresión afecta a los demás? Sin darnos cuenta, vamos contagiando a los nuestros de esa energía y lo más triste, es que nos desquitamos con los que más amamos. Un desconocido nos insulta y, sin tener nada que ver, terminamos contestándole mal al mesero, al cajero del súper, al conductor que tardó medio segundo en avanzar y, peor aún, a nuestros propios hijos.

La agresión es un virus social. Se propaga rápido, sin filtros y sin control. No hablo solo de los gritos e insultos, hablo de esa impaciencia, del desdén, del juicio, de la falta de empatía. Hablo de esa incapacidad de decir las cosas sin herir, de creer que estamos en nuestro derecho de pisotear al otro solo porque algo nos molesta.

¿Qué pasaría si hiciéramos el experimento contrario? Si en lugar de dejarnos contagiar por la hostilidad, decidiéramos ser el corte de esa cadena. Debo confesar que tardé bastante en quitarme ese malestar… medité, hice ejercicio, comí bien y respiré mucho… Y es que, ¿qué pasaría si en lugar de reaccionar con furia, respirara en ese momento y eligiera, en ese presente, en presencia, una respuesta distinta? Estoy frustrada.

No es fácil, lo sé. Ayer me dejé arrastrar hasta llegar a lastimar a mi hijo con mis palabras. Pero hoy quiero recordarme y recordarnos por medio de esta columna, que todos somos eslabones en esta red de emociones colectivas y que tenemos el poder de decidir qué energía aportamos al mundo.

Quizás la próxima vez que alguien nos grite, en lugar de responder con la misma moneda, podamos devolver paz. Tal vez eso no solo cambie nuestro día, sino la de alguien más. Y así, poco a poco, podríamos empezar a tejer una red de BIENESTAR en lugar de una cadena de agresión y de MALESTARES.

Porque al final, lo que damos es lo que dejamos en el mundo.

Envie un mensaje al numero 55-11-40-90-52 por WhatsApp con la palabra SUSCRIBIR para recibir las noticias más importantes.

/CR

Etiquetas


Notas Relacionadas
¿Y si el éxito fuera una trampa? Columnas
2025-03-12 - 22:29
Terror nacional Columnas
2025-03-12 - 22:26
Nuevo presidencialismo Columnas
2025-03-11 - 22:08
Ecos del 8M Columnas
2025-03-10 - 22:23
Un mes más sin aranceles Columnas
2025-03-09 - 22:44
No nos van a intimidar Columnas
2025-03-09 - 22:39
+ -