En la pasada visita de Marco Rubio, secretario de Estado de los Estados Unidos, a El Salvador con el presidente Nayib Bukele, fue definida por este último como una de las mejores que hayan tenido por parte del país del norte en términos de migración. En esa ocasión el propio presidente salvadoreño ofreció su prisión Centro de Confinamiento para el Terrorismo, al presidente Trump para albergar a los presidiarios más peligrosos.
El sistema penitenciario salvadoreño ha sido la insignia del gobierno de Bukele, de cómo a través de una cárcel que viola los derechos humanos ha vuelto a su país como uno de los más seguros de la región de Centroamérica.
La prisión puede albergar a más de 40 mil presos, hacinados en celdas de hasta 150 personas, vigilados y monitoreados las 24 horas, viven sin colchones, ni privilegios, sólo media hora al aire libre para ejercicios.
Esta prisión ha sido altamente criticada por las organizaciones defensoras de los derechos humanos, por el trato que reciben los presos, vulnera el derecho de audiencia, ya que sólo por traer tatuajes pertenecientes a alguna pandilla son arrestados y trasladados a esta prisión de máxima seguridad.
Bukele siempre ha defendido su prisión diciendo que “si tanto les interesan los derechos humanos de estos pandilleros, se los pueden llevar a su país”.
Un mes después de aquella visita, el presidente Bukele ha comunicado que el gobierno de los Estados Unidos ha enviado 238 miembros de la organización criminal venezolana Tren de Aragua, quienes fueron transferidos inmediatamente al Centro de Confinamiento del Terrorismo por un periodo de un año.
En su comunicado, el presidente no establece el monto económico por esta subcontratación, sólo se limitó a decir que EE.UU pagaría una pequeña tarifa, pero grande para El Salvador.
El objetivo que tiene Bukele es que la prisión sea autosuficiente e integrar a los 40 mil prisioneros a talleres en el programa ‘Cero ociosidad’ porque la prisión cuesta 200 millones al año.
Celebró que los EE.UU les hayan transferido a 23 miembros de la MS-13 buscados por la justicia salvadoreña, incluyendo a dos líderes, uno de ellos de la estructura más alta de la organización criminal.
La polémica sobre si la violación a los derechos humanos justifica la paz en El Salvador, continuará ahora con Trump apoyando esta decisión, que podría llegar a otros países, sobre todo aquellos que simpatizan con la ideología conservadora.