El debate que viene

En la antesala del debate entre los candidatos a la gubernatura, es posible establecer una serie de escenarios políticos. Más allá de las encuestas que presumen, muchas sin un sustento metodológico, este ejercicio democrático del domingo 12 de mayo, a las 20 horas, pondrá en su justa dimensión la realidad de la campaña.

Creo principalmente en un primer escenario en donde Eduardo Rivera Pérez, candidato de la coalición ‘Mejor Rumbo para Puebla’ saldrá con dos objetivos: desgastar la imagen de su principal contendiente, Alejandro Armenta Mier; y enfatizar en su proyecto de estado.

El panista, en un segundo plano, tendrá que dedicar tiempo a Fernando Morales para aclaraciones que no podrá dejar pasar con su silencio, pero esa sería la dinámica con mayor probabilidad.

En consecuencia, Armenta Mier a diferencia de lo que hizo la candidata presidencial Claudia Sheinbaum, estará obligado a contestar efectivamente cada uno de los señalamientos. ¿Cómo lo hará? El detalle ya quedará en suspenso hasta el momento del evento, pero no puede evadirse, representaría un alto costo político.

Hay que comprender que mientras a nivel nacional parece complicado que se modifiquen las tendencias electorales entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, en Puebla la distancia entre uno y otro es menor.

Por supuesto que el candidato de la alianza ‘Sigamos Haciendo Historia’ dedicará su principal esfuerzo a su propuesta —en la que enfatizará a la 4T como figura política, contra la “mafia del poder”, para visualizar un enemigo plenamente identificado—.

Es cierto, existe un formato, reglas que cada uno de los contendientes deben acatar, lo que no impide el contraste ni la polarización de dos visiones de gobierno.

Incluso, los señalamientos de su pasado y su presente, las críticas, las acusaciones, son parte inherente de un encuentro como el que ocurrirá en la entidad y son valiosas para detectar diferencias.

En los debates entre Donald Trump y Joe Biden en la elección de 2020 hubo de todo y no por eso se reprimió la posibilidad de que las y los estadounidense decidieran sobre el futuro de su nación.

En el 2018, en México, los diferentes debates en los que participaron Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, con todas sus peculiaridades, como las expresiones coloquiales, la comunicación no verbal, las descalificaciones, sirven para reafirmar o modificar preferencias.

Un debate no modifica por sí solo la carrera por un puesto público, pero sí puede convertirse en factor.

Una vez más hay que recordar en la historia mexicana aquél primer debate presidencial de 1994 cuando el panista Diego Fernández de Cevallos agobió a Ernesto Zedillo y superó a Cuauhtémoc Cárdenas, aunque más tarde, sea por su responsabilidad o no, no consiguió la presidencia.

Regresando a Puebla, hay muchos otros escenarios probables, pero no caben en mi prospectiva; pueden ocurrir, pero es más viable el que se pinta líneas arriba.

Más interesante resultado el papel que saldrá a desempeñar Fernando Morales, de Movimiento Ciudadano, que como Jorge Álvarez Máynez tiene una oportunidad de superar sus cinco puntos porcentuales promedio. No obstante, hay indicios de que saldrá a dedicar sus baterías negativas a Rivera y no hacia Armenta.

Hablando de debates, antes se llevará a cabo un encuentro entre los candidatos al Senado por primera fórmula, cita a la que ya confirmaron Ignacio Mier Velazco, que más allá de lo que se opine de él, hay que reconocer que posee tablas para la oratoria.

Néstor Camarillo, el contendiente del PAN, PRI y PRD, no es un improvisado, pero no posee la experiencia del morenista, que se traduce en un colmillo con dos vueltas; y finalmente, Sofía Pezzat, de Movimiento Ciudadano, que puede salir luciendo su papel de ciudadana y podría ganar más que si pretende asumir una posición de política.