Sindicalismo ausente

La conmemoración del Día del Trabajo exhibe cada vez más la ausencia de un sindicalismo fuerte, independiente, estable, que impulse a la clase trabajadora en lugar de atarla o crearle problemas.

La primera década del siglo XXI transcurrió con la esperanza de un cambio en las agrupaciones gremiales que nunca se consolidó. La Unión Nacional de Trabajadores (UNT) dejó pasar la oportunidad de mostrarse como una organización democrática.

Los sindicatos asociados a ese grupo, en el caso de Puebla, transitaron entre la lucha por mejores condiciones laborales a grupos ambiciosos por el ejercicio del poder en las empresas.

El mejor ejemplo es el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Automotriz Volkswagen que traicionó sus propios principios y pasó de la defensa de los puestos de trabajo en crisis como la del 2002 a propagar cizaña al interior de la compañía.

En el caso del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana, o del Sindicato de Trabajadores del Seguro Social o, en el ámbito local, el del Hospital del Niño Poblano, de a poco perdieron validez y confianza de sus agremiados.

Por otra parte, el sindicalismo oficialista mantuvo su inclinación por la manipulación y uso político electoral de las organizaciones como pasa en el caso específico de la Federación de Trabajadores de Puebla que encabeza Leobardo Soto.

Este gremio que ha transitado en poco más de una década de servir a los intereses del dirigente ya sea que se encuentren del lado del PAN durante el morenovallismo, con el PRI o se constituya como un ariete de la 4T.

En Puebla, como en el resto del país, los sindicatos blancos no sólo no desaparecieron, sino que proliferaron según las necesidades de patrones por apagar movimientos laborales.

¿Por qué esto es importante? ¿De qué le sirve a la sociedad que el sindicalismo resurja y sea independiente, democrático, participativo? Simple, porque en la medida que existan organizaciones con estas características, hablaremos del cumplimiento de una condición en un contexto democrático real.

De nada sirven las marchas a las 08 horas, ni los encuentros y el apoyo a mano alzada ni las porras unánimes a los líderes, porque aún con las reformas de la Cuarta Transformación no aportan dignidad a las y los trabajadores.

En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador el salario mínimo tuvo un aumento sustancial, pero insuficiente porque el costo de la canasta básica sigue por arriba del indicador; además, no es generalizado, pero persiste la precarización laboral.

Las movilizaciones sirven para el desahogo de la gente; exhiben figuras de políticos y las quemas, lanzan arengas con reproches subidos de tono, pero no remedian nada porque no hay voluntad política de los sindicatos, como organismos responsables de velar por los derechos de sus agremiados.

En fin, así se desarrollará otro Día del Trabajo, en el que incluso los políticos más progresistas rechazan la reducción de la jornada...

Entramos a la segunda mitad de la campaña por la gubernatura y los candidatos deberán intensificar sus acciones para conseguir los votos.

Eduardo Rivera, como oposición, es quien debe mostrar más empuje, no porque se infiera una posición en las preferencias electorales, sino porque es el retador del partido oficialista que hoy ostenta el poder.

Alejandro Armenta, el abanderado de Morena, PT y PVEM, es responsable junto con los partidos que lo postulan de conducir su campaña sin contratiempos. Un error podría modificar las condiciones.

Fernando Morales buscará construir una campaña que le permita alcanzar los dos dígitos, es decir que logre por lo menos los 10 puntos porcentuales. Veremos.