Tragedia política

Columnas martes 18 de marzo de 2025 - 22:26

No puede llamarse de otra forma.

La mayor tragedia del país radica en la ruindad de pensamiento y alma de la mayoría de las y los integrantes de la clase política —sin importar partidos y grupos de poder–.

Hay pruebas contundentes a lo largo de décadas que se mueven de acuerdo con sus intereses facciosos o personales. No importan las causas ni los movimientos sociales.

El presidente de la mesa directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña cumple a la perfección con la descripción.

Su insensibilidad por las víctimas de desaparición y sus familias es inusitada.

En una década pasó de acusar al Estado de indolencia por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa a minimizar el hallazgo de un campo del horror en Teuchitlán, Jalisco, en donde hay indicios de las peores atrocidades posibles.

¿Es tan difícil ser empático? ¿Aceptar un hecho perpetrado por el crimen organizado implica un alto costo político como para negarlo, silenciarlo o desacreditarlo?

Bastaron 24 horas y un poco de prudencia para que la propia presidenta Claudia Sheinbaum enmendara la plana al senador, con el anuncio de una serie de reformas y acciones para atender de fondo las desapariciones en este país.

Pero el de Fernández Noroña no es el único caso de ruindad política.

El ex gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, vive una aventura de ensueño mientras queda al descubierto su incapacidad de investigación, prevención y combate a la delincuencia organizada.

¿Cómo puede el Estado —en el ámbito local– no darse cuenta de lo que pasa en su mismo territorio?

El silencio, la omisión o la negligencia, o todas esas condiciones juntas, son la huella del gobierno encabezado en su momento por el emecista.

El ex mandatario, alejado del desastre que heredó a su correligionario Pablo Lemus, hoy se encuentra preparándose para convertirse en Director Técnico de futbol; estudia en la escuela del Feyenoord en la ciudad de Rotterdam, Países Bajos, de donde espera egresar para un día recibir la oportunidad de dirigir a las Chivas de Guadalajara.

¿Puede un hombre con tanto descaro volver a su tierra, la misma que dejó ensangrentada, para ser el timonel de un equipo tan popular? ¿O será porque debajo del césped del Estadio Akron no hay cuerpos enterrados, víctimas de los cárteles?

Estos son los políticos que provocan las tragedias y después se deslindan o se incomodan, son los que a la menor provocación ven “campañas negras” o revanchas de una oposición reducida a su mínima expresión.

A la lista pueden sumarse decenas de perfiles de todos los signos partidistas. No hay perfiles que se salven por la obra y gracia de la purificación de la 4T.

Américo Villarreal, gobernador de Tamaulipas; Rubén Rocha Moya, de Sinaloa; David Monreal, mandatario de Zacatecas y experto en responsabilizar a todos menos a la incapacidad de su gestión pública.

CAJA NEGRA

La decisión de la presidenta de fortalecer la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas junto con otras acciones es, como bien se ha dicho, una decisión de Estado.

También se ha propuesto darle mayor énfasis a la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas y al Centro Nacional de Identificación Humana.

Las otras medidas son igualmente pertinentes y si bien podrían generar polémica legislativa como el nuevo Certificado Único de Registro de Población, la Plataforma Nacional de identificación Humana, son necesarias a la luz de estos hechos.

Indispensable la idea de que se emitan alertas inmediatas de búsqueda, lo que acelerará los procedimientos.

Equiparar el delito de desaparición al de secuestro y visibilizar las cifras de carpetas de investigación sobre desapariciones, son también decisiones que deben contribuir en el papel a enfrentar el problema.

Aceptar los hechos, responder asertivamente, puede generar mejores resultados que negar todo y acusar una campaña como hizo Noroña.