«SE ME CHISPOTEÓ»

Gerardo Fernández Noroña

Al más puro chispoteo de la 4T camina la elección del Poder Judicial de la Federación, dando tumbos en razón de un proceso amañado que ha demostrado su alta dependencia, no sólo con los gremios y corporaciones que venderán sus votos a cambio de prebendas judiciales –tan sólo habría que ver con quiénes se han sentado a la mesa Batres, Esquivel y Ahlf para darnos una idea de la clientela que tocará las puertas de la Corte–, sino también su complicidad con los sistemas ilegales, elevados a “organizaciones terroristas” según la Casa Blanca.

¿En verdad cree usted que en razón de una tómbola tenemos a tantos impresentables en las boletas del Poder Judicial de la Federación? ¿A poco fue el azar el responsable de que Fernando Escamilla, abogado del Z-40; Job Daniel Wong, defensor de Naasón Joaquín García, líder de la Luz del Mundo; Madián Sinaí Menchaca, hija del obispo que quedó al frente de la Luz del Mundo; Silvia Rocío Delgado, integrante de la defensa de “El Chapo” Guzmán; Francisco Martín Hernández, destituido en 2015 por corrupción, lavado de dinero y abuso sexual; Jesús Humberto Padilla, procesado y sentenciado por portación de arma de fuego y posesión de narcóticos; y tantos otros cuestionables terminaran en las boletas de la elección judicial? Si fuera el caso, qué fortuna tan conveniente para el crimen organizado.

Desde el simplismo de Noroña, lo de menos es “chispar” a los candidatos no idóneos. No obstante me pregunto si la 4T se habrá puesto a considerar, a cinco semanas de la elección, si el Tribunal Electoral tendrá tiempo suficiente para resolver los juicios de protección de derechos político electorales que tendrían que atender las Salas Regionales, en caso de no acompañar las suspensiones con un procedimiento alterno que les permita a los aspirantes, aquellos que se quedaron muy cerca de la boleta, condiciones de equidad en la contienda por la Judicatura Federal.

Nadie está pensando en eso. La elección judicial es un circo deleznable y una defenestración republicana, la más grande que este país se ha atrevido a impulsar. Quizá valdría la pena recordar un fragmento de mi columna “Leviatán judicial”, publicada a principio de octubre del año pasado:

«Para los aplaudidores de la intransigencia, una sola pregunta: si en verdad son tan corruptos los jueces y magistrados de la Federación, ¿por qué tienen derecho al pase automático a la boleta electoral? No nos engañemos: el más grande esfuerzo que ningún Estado nunca antes haya impulsado para disciplinar a su judicatura, en México está a punto de convertirse en un fiasco digno de anécdota».

Y, sin embargo, a pesar del fiasco, el desmantelamiento del último contrapeso de la República está en curso, no por nada Morena ya tiene su salón de prácticas en el Tribunal Electoral, ¿o acaso el resto de los poderes de la Unión no están, gracias a los buenos oficios de Mónica Soto, en contravención con la normatividad, promoviendo con recursos públicos la participación ciudadana en un proceso electoral? Con este magnífico precedente, ¿quién le impedirá a la 4T hacer lo mismo en 2027?