Los Sueños Guajiros de la Protagonista de la Boda Fifí
Columnas
Ya hay luz roja para Dulce Silva, esposa de César Yáñez Centeno Cabrera, coordinador general de Política y Gobierno de la administración federal.
La luz roja es roja, no verde.
Roja.
Rojísima.
Eso significa que sus pretensiones de ser candidata de Morena a la gubernatura de Tlaxcala han quedado anuladas.
Desde el más elevado altavoz vino la orden.
Y en la 4T, faltaba más, no es no.
Así de simple.
Una primera señal vino cuando la ex senadora Lorena Cuéllar renunció a la Súper Delegación en el estado que gobierna Marco Mena.
No hubo nadie que le recomendara mejor no ir porque Dulce Silva ya estaba encarrerada y no había forma de pararla.
Al contrario:
La luz verde se encendió a todo lo que da y generó un verde verdísimo.
Verde que te quiero verde.
Política profesional, dueña de una brillante trayectoria, Lorena Cuéllar tiene todo para ser la candidata de Morena y arrasar en las urnas.
Todos en Tlaxcala la conocen.
Y muy bien.
Su frustrada contendiente, en cambio, sólo es recordada por la boda fifí que protagonizó con su esposo en el Centro de Convenciones de la ciudad de Puebla.
Y por su luna de miel en París.
Y por la portada de la revista Hola!
Ah, y ahora por unos espectaculares en los que se parece a Anahí, la ex RBD que se casó con Manuel Velasco, ex gobernador de Chiapas y senador de la República.
Tanta frivolidad le trajo problemas al matrimonio Yáñez-Silva, tanto así que el hombre de todas las confianzas de Andrés Manuel López Obrador tuvo que irse a operar en la sombra una vez que la boda fifí se convirtió en un escándalo intransitable.
Cuenta quienes estuvieron cerca que justo el día de la boda, ya en el Centro de Convenciones, Beatriz Gutierrez Müller —esposa del presidente— abrió por error la puerta equivocada cuando quiso entrar al baño.
Y esa puerta era en realidad la que conducía a un privado armado expresamente para los cambios de ropa de la novia.
Lo que Beatriz vio la llenó de pena ajena.
Lejos de la austeridad republicana, Dulce Silva tenía preparados cinco cambios de ropa de las marcas más exclusivas y caras del mundo.
A la par de eso, varios escoltas buscaban impedir que la esposa de AMLO viera ese espectáculo tan lejano a la filosofía de la 4T.
Ya de regreso a la mesa que ocupaba con el presidente, narró los hechos y el matrimonio presidencial optó por irse de la fiesta.
Hoy, de nuevo, la luz roja ha sido encendida.
Y es una luz muy roja: rojísima.
El estado de Tlaxcala ha quedado en el pasado.
Al cierre de esta columna, quien esto escribe ha sido enterado de una nueva opción en la vida “política” de Dulce Silva.
Y está de no creerse.
Y es que resulta que nuestra heroína buscará ahora ser candidata en Puebla.
La duda mata:
¿Candidata a regidora, a diputada o a presidenta municipal?
Ufff.
Sean serios, señores.
No se rían.
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/CR
