Corte de caja en Acción Nacional
Columnas
¿Qué percepción se llevó Jorge Romero de su visita a Puebla? El presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Acción Nacional (PAN) presidió una reunión con ex autoridades y representantes populares emanadas de sus filas y pudo constatar algo: no hay partido, están partidos.
Por supuesto no es un diagnóstico que se comparta públicamente, aunque no hace falta.
La división panista es evidente a la distancia y basta con descubrir a las y los asistentes al encuentro en donde no figuraron perfiles de primer nivel del grupo de Eduardo Rivera.
Si bien sé de buena fuente que la invitación se corrió a todas y todos los panistas que han ocupado cargos de elección popular, las ausencias igualmente cobran significado.
El dirigente estatal del blanquiazul, Mario Riestra, sí invitó a sus contrapartes internas, pero en ocasiones eso no es suficiente.
Desde diciembre, después de la elección por el Comité Directivo Estatal (CDE) no hay evidencia de un intento por resarcir los daños por la contienda.
No existió una operación cicatriz —ese lugar común de los partidos políticos, tan frecuentemente usada luego de las disputas por las posiciones—, pero valiosa en los hechos para recuperar confianza.
¿Quién no tuvo la sensibilidad política para recomponer el estado interno del partido?
¿Los vencedores o los vencidos son los responsables de enfrentar la realidad con humildad y disposición política?
¿Tan agraviado se sintió en el triunfo Mario Riestra para no dar el primer paso a la reconciliación del PAN?
Por otra parte, Genoveva Huerta tenía más motivos para plantarles cara a sus contendientes, por la elección de Augusta Díaz de Rivera y Marcos Castro en 2021. Y, aun así, ¿una actitud rencorosa construye partido y patria?
Pero en una situación complicada como la de Acción Nacional en Puebla, luego de perder espacios en el Congreso del Estado y en los municipios, ¿no es generoso de ambas partes buscar encuentros más que desencuentros?
En la reunión apareció el ex candidato a la dirigencia estatal, Felipe Velázquez como quien dio la vuelta a la página después de un momento inesperado y trágico —al menos en lo político–.
Luego de aquella elección, Velázquez, reemplazo del malogrado aspirante Adán Domínguez, se mostró destrozado, fúrico, e inconforme, prometió tirar el triunfo de Riestra. Pasaron los días y ahí está de vuelta.
¿De qué otra forma se puede propiciar la unidad? ¿No son necesarios los liderazgos como el de Lalo Rivera? ¿Es posible continuar la vida partidista ignorando y menospreciando a la dirigencia?
Todas las preguntas planteadas en esta entrega requieren de una respuesta y son necesarias si el objetivo de uno y otro grupo al interior del panismo es presentar de forma competitiva a la elección de 2027.
Mientras esas diferencias persistan serán motivo suficiente para que Morena tenga una alta expectativa de triunfo.
Pese a todo este escenario, Jorge Romero seguramente posee un diagnóstico claro al respecto. Si quiere que en Puebla suceda algo como en Veracruz, urgen acciones.
CAJA NEGRA
Entre los panistas que asistieron a este encuentro destacan Jorge Aguilar Chedraui, operador legislativo de Rafael Moreno Valle y ex secretario de Salud, que en ese periodo dejó más dudas que certezas en el sistema a nivel estatal.
La presidenta municipal de San Andrés Cholula, Lupita Cuautle, quizá el mejor activo humano del partido; a su lado, el ex alcalde, Edmundo Tlatehui.
A un extremo, como queriendo no figurar, Rafael Micalco y Víctor León Castañeda. Leonor Popócatl, Carolina Beauregard, Mónica Rodríguez Della Vecchia, Pablo Rodríguez Regordosa, otros rostros en la reunión.
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/CR
