Los Ángeles en tres actos

El reconocimiento público que en esta ocasión hizo Claudia Sheinbaum durante su más reciente visita a Puebla incurre en una rotunda obviedad y, sin embargo, en la voz de una Jefa de Estado también consiste en un brutal reconocimiento de la incapacidad de nuestro modelo económico, a pesar de los costosos esfuerzos asistencialistas, para brindarles una opción de vida digna a todos los mexicanos.

Bajo esos términos los migrantes, en consecuencia, no son “los villanos del cuento”, más bien son las víctimas más sentidas de una economía que, a pesar de ser parte del G-20, mantiene políticas gubernamentales equivocadas que han exacerbado las contradicciones del desarrollo desde hace más de medio siglo. Y este diagnóstico puede constatarse en el aumento exponencial de dos indicadores de alta preocupación: la economía informal y el envío de remesas; al cuarto trimestre del 2024 –datos del Inegi– el 54.5 por ciento de la población ocupada se encuentra en un empleo informal, mientras que al cierre del mismo año México recibió 64 mil 745 millones de dólares por concepto de remesas, es decir 2.3 por ciento más que en 2023.

¿Con qué cara la Jefa de Estado llama a la movilización desde Puebla, cuando segundos antes de esta estrepitosa declaración, la propia Claudia Sheinbaum reconoció el fracaso del modelo de desarrollo y la política social en México? Ciertamente el impuesto sobre las remesas es una suerte de doble gravamen, pero no es en la plaza pública dónde debe resolverse el problema, al calor de las banderas y las protestas, sino en los tribunales –donde afortunadamente no existen acordeones– y a través de los canales institucionales. ¿O acaso la CNTE, de regreso a nuestra aldea nacional, ha logrado sus objetivos inmediatos –abrogación de la reforma del ISSSTE y aumento salarial del 100 por ciento- gracias a sus marchas y plantones? Seamos sensatos, ¿cómo podemos pedir respeto a nuestra soberanía nacional, cuando no somos capaces de respetar el proyecto de Ingresos y Egresos de la Casa Blanca?

El populismo de Sheinbaum la llevó a un callejón sin salida pues, su “llamado a la movilización” –que tuvo que matizar con sendos comunicados– fue contraproducente para toda la población documentada e indocumentada de origen mexicano que vive en Estados Unidos pues, por primera vez, el discurso supremacista blanco –y eminentemente fascista– de Donald Trump tiene sustento en la realidad a partir de acciones vandálicas de mexicanos que están firmemente convencidos –al igual que los colonos del Boston Tea Party de 1773– que la productividad es la única fuente de derechos.