Los apegos es la forma en que nos vinculamos con los demás, sobre todo con la pareja. Para saber si el apego es “bueno” o “malo”, lo primero que tienes que hacer es cuestionarte si tu pareja actual te da paz o te genera conflicto… y para esto, tienes que ser muuuuy honesto contigo mismo.
Algo a lo que por lo general le huimos y nos gusta, bueno hablo por mí, “aderezar” con historias fantásticas, idealizadas y alejadas de MI realidad para que no sean tan confrontantes.
El primer personaje que empezó a indagar sobre este tema fue John Bowlby después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la ONU se da cuenta de la cantidad de niños que quedaron sin sus padres presentando muchas dificultades para relacionarse. Por esta razón, la ONU le pide ayuda este gran psiquiatra y psicólogo, quien empieza a desarrollar la Teoría del Apego.
De acuerdo a Bowlby, la forma en que nos relacionamos de niños con nuestro “cuidador” (padre, madre, tutor) tiene como resultado la forma actual en la que establecemos nuestros vínculos, principalmente el de pareja, a lo largo de nuestra vida.
El vínculo es una necesidad humana, así que valdría la pena revisar la forma en que nos relacionamos y darnos cuenta de qué es aquello que está interfiriendo en nuestras relaciones de pareja, familiares y amigos. Esto es porque las relaciones que hoy tengo son un GRAN espejo de quien soy, pues en ellas van impresas mis creencias, mis pensamientos, mis emociones y mis expectativas. Y viene a mi mente esta frase: “¿Quién te lastimó?
Mis expectativas”.
Pero regresando con Bowlby y su Teoría del Apego… existen cuatro tipos de apegos: el sano donde un niño de pequeño sintió que su cuidador cubría sus necesidades básicas, emocionales y de protección; por lo tanto, sus relaciones actuales son seguras. La segunda es el apego evitativo donde la persona de niño sintió rechazo y sus necesidades no fueron cubiertas, por lo que tiene tendencias a las adicciones y desarrolla vínculos distantes; son personas herméticas, que niegan sus emociones y tienen miedo al compromiso. La tercera es el apego ansioso que desarrolla relaciones de codependencia, pues sólo el otro puede hacerme feliz y existencia la creencia que “yo puedo salvarlo”. Como de pequeño creció en un ambiente perfeccionista donde condicionaban su amor, cree que la única forma de ser amado o validado es “siendo perfecto” generándole constante ansiedad. Por último, está el apego desorganizado, donde el niño sufrió un trauma psicológico y/o físico (puede ser grave o sutil), detonándole la creencia que el amor duele; son personas agresivas, con mucho enojo contenido y su diálogo interno es muy destructivo, pues piensan que no merecen ser amados.
Así que revisemos qué tipo de apego tenemos en nuestras relaciones y qué tipo de apego tiene el otro. Y no por tener alguno que nos genere inseguridad (evitativo, ansioso o desorganizado) quiere decir que no hay solución. Al contrario, darnos cuenta ayuda a sanar nuestros vínculos, a corregir la forma en que estamos educando y a no seguir estando en relaciones tóxicas.
Para finalizar, te quiero comentar que, en cualquier tipo de los últimos tres apegos, lo primero que hay que trabajar es el AMOR PROPIO. Por ello, te invito a amarte, a darte tiempo primero para reflexionar sobre lo anterior y buscar esas formas que cuando te relacionas, te hacen sentir energetizado. Así que dime, ¿qué tipo de apego tienes?