La noche de las togas tristes

Se les cayó la narrativa y se les borró la sonrisa. La pulsión populista de elegir jueces y magistrados ocurrió, pero con el abrumador desprecio popular. Era evidente para todos, sólo el oficialismo pareció genuinamente sorprendido la noche de este domingo. En mi columna titulada “La elección del pueblo, ¿sin el pueblo?”, publicada el pasado 3 de abril, adelantábamos la nota de arranque de esta semana:

La realidad irrumpió en Palacio Nacional con la menor tasa de participación en la historia de los procesos electorales en México: sólo 1.3 de cada 10 mexicanos inscritos en el listado nominal acudieron a “la fiesta del régimen”, a pesar de los programas sociales, de los acordeones –una nueva modalidad de fraude electoral–, de la movilización y del acarreo. En cambio, el 87 por ciento de los electores demostraron dignidad y mandaron la elección por el mismo sitio donde se regresó López Obrador. En este país treinta años de cambios democráticos no han pasado de noche.

A la mañana siguiente la defensa fue contraproducente: la 4T, dueña y señora de la descomunal mayoría de los gobernadores, de las cámaras de la Unión y del Poder Ejecutivo de la Federación, tuvo que desempolvar los votos de “los moralmente derrotados”; «votaron más –se dijo en La Mañanera– en la elección judicial que por el PRI, el PAN y el PRD en 2024». Cómo si los mexicanos no supiéramos sumar o no recordáramos que la oposición fue en coalición y que 16 millones 502 mil 697 electores le dieron su respaldo a la candidatura de Xóchitl Gálvez. La abanderada del prianismo logró más votos que todos los candidatos a jueces y magistrados del oficialismo. De ese tamaño fue la descomunal derrota de la 4T.

Llegó la tarde de ayer y los cómputos distritales hablaron: con el 67.8 por ciento de las actas computadas, con corte a las 15:00 horas, salieron a la luz 7 millones 594 mil 043 de votos nulos, el doble de lo obtenido por Aguilar Ortiz –3 millones 644 mil 474– que se perfila para presidir la SCJN y de Lenia Batres –3 millones, 448 mil 519–, la ministra en funciones que no sabe ni cuántos artículos tiene la Constitución.

Fue una verdadera noche triste para Morena porque la popularidad de las encuestas brilló por su ausencia en las urnas. Y, sin embargo, lo más maravilloso en este México mágico fue corroborar que la sociedad civil no está adormecida, y tampoco vendida por “las migajas” que arrojan "los cajeritos del bienestar", sigue donde siempre ha estado: en pie de lucha frente a los excesos del poder; sólo que ahora, para la mala fortuna de Morena y sus secuaces, ellos y sólo ellos son el poder. Y la peor versión del mismo a juzgar por las viejas prácticas fraudulentas que resucitaron este fin de semana.