Por Jaime Carrera
Al suroriente de la ciudad, en los linderos de la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacan, se encuentra una vialidad en la que en 2018 se vivió la omnipresencia de una campaña electoral.
La mayoría conoce a ese camino como Nuestra Señora de Guadalupe, pero para otros es la calle de las promesas incumplidas, en la que hoy ya no hay cabida a ofrecimientos, proselitismo ni votos de confianza.
La calle se ubica en la colonia La Guadalupana, en donde todos los días sus habitantes conviven con el resentimiento e irritación debido a que saben que vivir entre polvaredas no es vida y representa enfrentar un problema ambiental y sanitario.
Ese kilómetro de escombros utilizado como una muestra de lo que Claudia Rivera no permitiría siendo presidenta municipal, hoy sigue igual o peor: lodo, grava, basura y un olvido total remarcado por un tejido social desgastado.
Hace dos años, la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco pisó ese mismo suelo que hoy siguen caminando los habitantes de la zona y lo llamó: “la Puebla de la que nadie habla”.
Un minuto le bastó para ofrecer a la ciudadanía “Calles para Todos”: el programa de intervención urbana más grande de la historia de la capital poblana, sin embargo, no fue así. 730 días al frente de la Comuna capitalina de Puebla no fueron suficientes para que la presidenta municipal cumpliera lo que prometió personalmente a los vecinos de La Guadalupana.
“Esto es caminar las calles de Puebla. Estas son las calles en donde vivimos la mayor parte de los poblanos, las que no salen en fotografías”, proclamó Rivera Vivanco en un esperanzador mensaje.
Ahora, después de su Segundo Informe de Labores y a un año de que culmine su paso por el Palacio Municipal, hay algo en lo que sí acertó: esta calle es de las que “no son inauguradas cada trienio”.
Esta vez se acerca una elección intermedia en 2021 y las campañas irrumpirán nuevamente en la periferia
de la ciudad, en lugares como La Guadalupana, donde la miseria no se ha abatido.
“De buenas intenciones no se vive bien y la gente de aquí que votó por ella lo único que recibió fue olvido”, reprochó una madre de familia que a diario transita por ese abrupto camino.
El excremento de los animales callejeros, la basura por doquier y los restos de ropa y basura inorgánica son el complemento perfecto para el desatendido paisaje urbano.
“En temporada de campañas se vale prometer todo”, agrega otra vecina que recorre a pie esa calle fracturada, sucia y difícil de transitar para todo tipo de transporte público o particular.
Uno de los pretextos que el gobierno riverista ha puesto, según lo dicho por los colonos, es que La Guadalupana no está municipalizada, aunque el predial y otro tipo de servicios se cobran como sí lo estuviera.
“Las calles están horribles, hay un montón de hierba, las paredes están bien grafiteadas. Y de agua, no hay mucha, la echan dos veces a la semana, es insuficiente”, agregó otra de las habitantes.
La solución de la falta de pavimentación se ve lejana para amas de casa, estudiantes y trabajadores que diariamente padecen vivir entre caminos deficientes e inservibles.
Ninguna parte se salva, las afectaciones en el asfalto van desde los tradicionales baches poblanos hasta los amenazantes socavones que ya empiezan a carcomer parte de la vialidad.
Irónicamente, el lugar mejor pavimentado es una cancha de baloncesto al final de la calle Nuestra Señora de Guadalupe. En sus alrededores, sólo hay grietas y zanjas por doquier.
“Estamos conscientes que ella, –Claudia Rivera–, puede prometer todo, a lo mejor ella ha tenido intenciones, pero no ha hecho acto de presencia”, agrega con un manotazo una de las ciudadanas.
Nuestra Señora de Guadalupe es un ejemplo que se replica donde quiera que se camine en el municipio, ya sea una colonia, una junta auxiliar o una inspectoría.
“Mucha gente de aquí votó por ella y mire, las calles cada día están más deplorables y también la inseguridad cada día está peor”, concluyó.
Y en algo coincide esta vecina y otros más dentro y fuera de La Guadalupana: resta un año para que Claudia Rivera Vivanco no sea recordada como la alcaldesa de las calles de las promesas.