El Día que el Presidente del Tribunal le dijo “No” a la Secretaria de Gobernación

La versión de que se fraguaba una conspiración al interior del Tribunal Superior de Justicia corrió como magistrado en bicicleta.

Quien esto escribe se enteró de primera mano, gracias, siempre, al amigo de ese amigo.

A contrarreloj, en medio de unos ravioles con salsa boloñesa, escribí unas líneas que lograron aparecer en la versión web de ContraRéplica Puebla.

Mi tableta quedó manchada por la salsa italiana inevitablemente.

La historia no tenía pierde.

Era la historia de una conspiración.

De opereta, sí, pero conspiración al fin de cuentas:

La lengua venenosa del Yunque, representada en la persona del magistrado Roberto Grajales Espina, hizo caer en la trampa a la magistrada Margarita Gayosso al hacerle creer que puede llegar a la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia, posición que se definirá al mediodía de este lunes.

Los enemigos más rabioso del gobernador Barbosa se han sumado a esta conspiración de opereta.

¿Nombres?

Uno por lo pronto:

El inefable y patético Alberto Miranda Guerra.

Como es su costumbre, los conservadores buscan ahora desestabilizar una de las instituciones más serias y confiables.

Con Roberto Grajales a la cabeza de la embestida, salieron de terapia intensiva —intubados, en coma inducido— para usar a la magistrada Gayosso como instrumento perverso de sus fobias.

Uno de esos personajes ya celebra de antemano la revuelta.

Lo peor para ellos es que está soltando nombres.

Y hasta la trama completa, misma que ahora conoce el hipócrita lector.

Hasta aquí llegó el agregado de mi columna dominical.

Lo que siguió fue igualmente revelador.

Tras la publicación de mis líneas, la magistrada Gayosso envió un mensaje de paz y amistad, lejos de los tambores de guerra que empezaban a sonar.

Palabras más, palabras menos, dijo:

“Yo no tengo nada que ver con esa conspiración. No está en mi cabeza ser presidenta del Tribunal. Tampoco iría del brazo de quienes han sido enemigos probados del gobernador. Sáquenme por favor de esa lista”.

Poco a poco, la conspiración empezó a caerse.

Como en la película —excepcional— 1917, filmada en un falso plano secuencia, los conspiradores empezaron a correr al tiempo que sacaban una banderita blanca, símbolo de la paz mundial.

Exhibidos brutalmente, regresaron a terapia intensiva, se intubaron de nuevo y volvieron al coma inducido del que habían salido como consecuencia de su ambición.

Ahí entendieron que las cosas habían cambiado.

Este lunes, finalmente, sus votos sumados a los de la mayoría le dieron al magistrado Héctor Sánchez Sánchez la unanimidad y la Presidencia del Tribunal del Tribunal Superior de Justicia.

No es una reelección, hay que decirlo.

Y es que viene de haber sustituido en el cargo a Roberto Flores Toledano, quien a principios de febrero de 2017 fue reelegido en el cargo.

A principios de enero de 2018, el magistrado Sánchez Sánchez sustituyó a “Bobby”, como le decía cariñosamente el ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Una amistad surgida en la infancia prosperó de tal forma que ambos en su momento terminaron siendo gobernador de Puebla y presidente del Poder Judicial.

El magistrado Héctor Sánchez, pues, no se está reeligiendo.

En realidad es su primera elección.

Ya se verá cómo viene la reforma al Poder Judicial para saber si en cuatro años buscará reelegirse.

Tras un primer momento natural de incertidumbre, nuestro personaje logró afianzarse al frente del Tribunal gracias a dos factores claves: trabajo y lealtad.

El primero, gana reconocimiento.

El segundo, gana lealtades.

Y confianza.

Hace unas semanas, el gobernador Miguel Barbosa Huerta acudió al informe del magistrado presidente.

Y ahí dijo unas palabras que hoy tienen sentido y peso:

“Si las instituciones están a cargo de personas sobrias, sensatas, las cosas van a funcionar bien y tengo confianza de que el Poder Judicial lo seguirá haciendo”.

Ese “lo seguirá haciendo” hoy queda clarísimo.

Por cierto:

La relación entre el gobernador Barbosa y el magistrado Sánchez es de lo más cordial.

Y está lejos, muy lejos, del sometimiento acostumbrado en el pasado reciente.

Nota Bene con Florero al Lado. Hace algunas semanas, antes del informe citado, el presidente del Tribunal mandó brutales señales que fueron muy bien leídas por quien debía leerlas.

Cito la columna que le dediqué al tema:

“En Bucareli, la secretaria Olga Sánchez Cordero se preparaba para su reunión con el rector Alfonso Esparza y pidió los expedientes relacionados con el caso BUAP.

“Tras encontrarse con él, sobrevino un encargo:

“Les ordenó a sus asistentes que se comunicaran con dos personajes claves en el tema que empezaba a ocuparla: “Gilberto Higuera Bernal, fiscal general del estado de Puebla, y Héctor Sanchez Sánchez, presidente magistrado del Tribunal Superior de Justicia.

“El mensaje que les hizo llegar fue muy claro:

“‘Se les convoca este viernes a las 8:30 de la mañana para que acudan a una reunión urgente sobre el tema de la BUAP’.

“Cosa curiosa: ninguno de los dos funcionarios acudió al llamado de la secretaria de Gobernación de la 4T.

“El motivo:

“No querían participar en una trama que pretendía volver político un acto eminentemente jurídico.

“Hay que decir que la secretaria de Gobernación no le avisó al gobernador Miguel Barbosa Huerta que citaría a Higuera y a Sánchez.

“Simplemente lo hizo al viejo estilo de la política mexicana:

“Buscando una negociación política por encima de todo.

“Así se cocinaban las cosas en Gobernación en los tiempos que deplora el presidente López Obrador.

“Todo se arreglaba en Bucareli.

“Por cierto

“La junta del viernes ya no se realizó”.