Claroscuros del Día de la Madre, entre la celebración y esperanza

Desde el 26 de septiembre de 2020 para Eloina los días son más largos, si alguien toca la puerta, nace la esperanza de que por ella cruce Alberto Gallardo Nohpal, su hijo menor, pero no es así, al día siguiente pasa lo mismo y al día siguiente lo mismo, él no regresa a casa, no le ha vuelto a llamar “mi gordita”, no le ha vuelto a decir que la ama mucho.

Alberto desapareció en la colonia Lomas 5 de Mayo en la capital poblana, vivía con su madre en Tlaxcala y al ir a visitar a su pareja ya no volvió a casa.

Este 10 de mayo hay un dolor que invade su corazón, una parte de ella que le hace falta, será la tercera ocasión que no podrá estar con sus tres hijos juntos.

“El 10 de mayo significa mucho porque cuando te falta uno de tus hijos no es igual, esa parte de mi vida no está llena, me está faltando mi hijo, como madre, no sé si está vivo, si está muerto”, comparte a Diario ContraRéplica Puebla.

La voz se entrecorta, traga saliva y transmite el amor que sentía al hablar de su embarazo, el cual era de riesgo, con la amenaza latente de un aborto, pero fue un bebé muy deseado.

Cuando pasó el riesgo de aborto, Alberto tenía el cuello enredado con el cordón umbilical y “luchó mucho por nacer”.

“Hace tiempo ya no me acordaba de su niñez y hace poco recordé todos los bonitos recuerdos que él me dejó. Le encantaba el fútbol, muy serio, casi no platicaba, no reía, pero era muy apegado a mí”, dice Eloina.

A Alberto le gustan los chiles en nogada y el pipián verde, cuando lo regañaba no se enojaba con ella, la seguía, no se le despegaba.

Desde hace poco más de dos años y medio, Eloina, como otras madres buscadoras en el país, sale a buscar a su hijo.

A Alberto lo ha buscado en las calles, ha pegado volantes con su rostro, ha ido a barrancas, ha recorrido anfiteatros de Tlaxcala y de los de Puebla. Ha padecido depresión de no tener cerca a su hijo menor, se ha desesperado con el trato de la Fiscalía de Puebla que se ha rehusado a buscar en el domicilio de su pareja, en donde encontró la ropa de Alberto que llevaba el día que salió de su hogar y no volvió más.

“Lo único que pido es que la gente me apoye y me ayude, si lo vieron, si sabe algo yo no voy a hacer nada contra esa gente, lo único que quiero es que me entreguen a mi hijo tal y como esté, que se compadezcan un poquito de todo el dolor que me están ocasionando, yo sé que alguien vio, que alguien sabe, que me ayuden para localizar a mi hijo, es todo lo que yo pido”.

Mariana tiene 29 años, es madre de dos niños, Marco de 9 y Héctor de 4 años. Es soltera, maestra de inglés y administradora en una taquería, se ocupa de la crianza y de los cuidados de ambos menores a pesar de tener dos trabajos.

“A esta altura de mi vida ser mamá es todo un reto, pero también es un gusto, estoy en la etapa en la que los amo tanto, los quiero demasiado, los quiero proteger, los quiero cuidar, que nadie les haga daño, pero también estoy en esa etapa de que los tengo que dejar ser independientes, que hagan sus cosas”, dice.

Mariana tuvo a Marco a los 19 años de edad, fue un bebé planeado. Estudiaba la universidad y cuando le compartió la noticia a su madre, le dijo que debía terminar su carrera. Así lo hizo.

El primer nacimiento –señala– fue una experiencia de miedo, si lo que sentía en su cuerpo era normal. El verlo respirar, le hizo saber que cuidaría de otro ser humano. Aprendió a hacer papilla, a preparar la fórmula, a cambiar los pañales.

Su segundo hijo llegó cinco años después, también planeado, la experiencia fue diferente, ella ya tenía un trabajo estable, seguro, un lugar donde vivir y sabía bañar, cambiar el pañal y prepararle de comer.

Sin embargo, encontró otros retos, el de organización con dos hijos, la forma de reprender a uno, la manera en la que cada quien aprende y se expresa.

Este 10 de mayo, aunque sus hijos no le pueden dar un regalo o llevarla a algún lugar todavía para celebrar, desde el inicio de la semana la han felicitado y dicho que la aman. Así, con palabras, sus dos hijos la hacen feliz, hacen que sienta “bonito” cada vez que la felicitan.

El año pasado, 101 mil 184 mujeres se convirtieron en madres, de las cuales el 8 por ciento, es decir, 8 mil 183 su estado civil eran solteras y 645 tenían entre 10 y 14 años de edad cuando se convirtieron en mamás, indican datos de la Secretaría de Salud.

El 17 por ciento tenían entre 15 y 19 años de edad, 28 por ciento entre 20 y 24 años de edad, así como el 25 por ciento entre 25 a 29 años de edad.

Una de cada 10 mujeres que dieron a luz el año pasado se considera de la población indígena en la entidad.

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del Instituto de Estadística y Geografía (Inegi), el 31 por ciento de los hogares en la entidad son encabezados por jefas de familia, un total de 43 mil 681 casos.

En la Radiografía de las madres en la Economía del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) se indica que siete de cada 10 mujeres que tienen un empleo son mamás. El 67 por ciento de las mujeres con al menos un hijo gana hasta dos salarios mínimos mensuales, un estimado de 10 mil pesos.

El 58 por ciento de las mamás están empleadas en el sector informal, debido a que buscan una mayor flexibilidad para el cuidado de las infancias.