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Rodrigo Abdala y el Manojito de Tantita madre

Rodrigo Abdala y el Manojito de Tantita madre

Columnas martes 30 de marzo de 2021 - 18:45

Todo lo que toca Rodrigo Abdala de Bartlett se vuelve caos, desorganización, zozobra.

El protocolo de vacunación en Puebla es el mejor, reciente, ejemplo.

Lo que vimos en Ciudad Universitaria fue un pasaje del Paraíso Perdido, de Milton, o de la Divina Comedia, de Dante: multitudes erráticas conducidas por mediocres siervos de la Nación, dando vueltas en círculos, lamentándose durante horas, llagados por la insana distancia, clamando por una vacuna, por el amor de Dios.

Hay que decirlo: Abdala tiene un equipo de expertos.

Sí.

Pero ese equipo es experto en el fracaso.

Él —no podía ser de otra manera— es el summum de esto.

Pero no hay que exigirle tanto a nuestro personaje.

Y es que últimamente ha estado distraído en temas mayores, como apoyar —con los siervos de la Nación— a Claudia Rivera Vivanco.

Los mayores de sesenta años —que éste lunes anduvieron como almas en pena tras una vacuna— pueden esperar.

Ya esperaron muchos meses, ¿qué son unas miserables horas más?

Igualmente pueden esperar las comunidades indígenas de la sierra norte y la Mixteca, quienes sólo se enteran por terceros de que no están en las listas de imponderables de Rodrigo Abdala.

Aquí lo que importa es el voto urbano.

Por eso las vacunas empezaron primero en las zonas de mayor plusvalía.

Ya llegarán a la Sierra un día de éstos.

Los indígenas de esas comunidades llevan años esperando.

¿No pueden esperar unos meses más?

Si la revolución mexicana los ignoró absolutamente, la 4T de Rodrigo Abdala los tomará en cuenta…

En algún momento.

Hoy sus vacunas no son prioritarias.

Su voto no alcanza para los objetivos inmediatos de la transformación.

Ya lo dijo Marx:

Los campesinos son “idiotas rurales”o “sacos de papas”, hijos del “barbarismo dentro de la civilización”.

Lo dijo Marx y lo confirma Abdala.

Hoy no hay vacunas para los más pobres.

Vuelvan mañana.


Nota Bene. Cuando inició la jornada de vacunación en Ciudad Universitaria, el ayuntamiento de Puebla, a través de algunos funcionarios, se subió al barco que parecía trasatlántico.

Una vez que inició el hundimiento, los aliados se pusieron nerviosos.

Como buenas ratas, saltaron del desastre una vez que aparecieron las imágenes de la gente hacinada y desesperada.

Abdala se quedó más solo que una gorda desnuda entre los faunos.

Más solo que una higuera en un campo de golf.

Así es el desastre:

Todos saltan para no salir en la foto.

Arriba sólo quedan los parias escuchando a Schubert mientras la embarcación se va irremediablemente a pique.


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/CR

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