Juntismo electoral

En cada una de las 659 Juntas Auxiliares de la entidad aún resuenan los ecos del “la revolución territorial” de principios de siglo XIX. En teoría, la idea es hermosa: se trata de una estructura comunal de autogobierno, configurada por su identidad étnica y capaz, sin interferencia de los partidos políticos y del resto de las instituciones de la otredad “ladina”, de decidir sobre el manejo de sus recursos, fungiendo como el enlace técnico entre la cabecera municipal y la plaza del pueblo, centro de la vida económica y cultural de todas las Juntas.

La consolidación, durante la segunda mitad del siglo XX mexicano, de un partido hegemónico convirtió a las Juntas en sucursales de primera instancia de los gobiernos del PRI. En muchos sentidos, el hecho de que Gobernación municipal sea el responsable de organizar los comicios, representa la última resistencia del Poder Ejecutivo –municipal– en la participación directa de los comicios.

A pesar de las profundas resistencias autoritarias, la transición democrática tuvo un efecto curioso en el juntismo electoral pues, por primera vez, introdujo una paleta de colores francamente inadvertida; al grado de que ahí donde los partidos políticos naciones y locales tenían sus bastiones, también tenían el control de las Presidencias Auxiliares.

Hoy, por el contrario, el país está iniciando un proceso de reconstrucción hegemónica con los colores de Morena; la diversidad ha dado paso a la uniformidad cuatroteísta. Esa es la principal razón detrás de los enfrentamientos físicos en San Pablo Xochimehuacan, de la compra descarada de sufragios en Ignacio Zaragoza, del proselitismo por WhatsApp en plena jornada electoral en San Felipe Hueyotlipan, de los acarreos desmedidos en San Baltazar Campeche o la quema de boletas en San Sebastián de Aparicio.

Pero cuestionemos una vez más la pertinencia del juntismo: ¿en verdad el Ayuntamiento de Puebla necesita 17 estructuras comunales de desconcentración administrativa?, ¿qué acaso las Juntas no resultan anti-climáticas frente al modelo centralización política que está consolidando Morena y compañía? Y mientras aún existen: ¿qué garantías, en materia de equidad y competencia, obtienen los candidatos permaneciendo a extramuros de los derechos, prerrogativas y controles propios del régimen electoral mexicano?

“¡Fuera máscaras!”, como diría un macuspano. Los partidos políticos están metidos hasta el tuétano de las Juntas Auxiliares, dejemos de ver ciudadanos donde hay familias enteras de militantes que tienen secuestrados pueblos enteros alejados de la mano de Dios. No hay proceso de renovación que no termine en barbarie y suspensión, en esta ocasión se trató de 17 Presidencias Auxiliares. ¿Qué recursos contenciosos tienen los quejosos y cuáles son sus instancias de resolución? No hay respuesta óptima para esa pregunta.

En resumen, si el Congreso del Estado en verdad pretende mantener el principio electivo en las Juntas Auxiliares de Puebla, en principio tiene que desincorporarlas de lo netamente administrativo para introducirlas en el campo de lo municipal electoral; de lo contrario el juntismo seguirá pareciéndose más a un palenque amañado que a una auténtica justa democrática.