El significado de un amigo fiel

El sentir el aire puro sobre tu cara y al mismo tiempo oler los plantíos de cebolla e incluso la dulzura de la caña de azúcar hacen que todos tus sentidos se despierten de una forma única.

Si a esto le sumas la compañía de un amigo fiel, todo es perfecto. Siempre he sido amante de los seres vivos, a pesar de que me dan mucho miedo los roedores y las cucarachas, para mi es imposible hacerles daño, pero estar en el campo y conocer a amigos por todos lados es algo indescriptible.

Los perros siempre están en las historias de cada uno de nosotros, desde que era pequeña junto con mis hermanos y hermanas tuvimos un perro Alaskan malamute, pero necesitaba tanto espacio por su tamaño que mis padres decidieron darlo en adopción a una familia que vivía en ese entonces en un rancho en donde “Bingo” tendría mucho más espacio y podría correr y no permanecer en un pequeño patio en donde se comía todo lo que tenía a su paso.

Más tarde, mi hermano menor y yo tuvimos de mascota una gallina, la tuvimos desde que era un polluelo y a pesar de que mi madre se oponía también llegó a encariñarse. La gallina (que no tuvo un nombre como tal) comía de todo, amaba el mazapán y la Coca Cola, estaba a poco de un coma diabético, sin embargo, cuando la llevamos al pueblo de mi abuela Emma para que estuviera con más gallinas y viviera una vida más plena y lejos de la ciudad, la gripe aviar acabó con ella y con todas sus amigas gallinas que eran más de 20.

Fue tan triste que ya no queríamos una mascota más, sin embargo, más tarde llegaría “Angie” una french poodle de color café que sería la perra más consentida sobre la faz de la tierra, eso sí, nunca la humanizamos pero llegó a viajar a Michoacán y siempre se iba de vacaciones con nosotros a casa de mis abuelos. Era una perrita feliz e inteligente pues después vivió con mi madre y mi abuela, a quienes obedecía impresionantemente, hasta que murió después de casi 15 años y con su muerte también mi corazón generó una grieta que me recuerda lo que es amar a un ser vivo tanto y lo difícil que es dejarlos ir.

Después de “Angie” en mi familia por azares del destino llegaron dos tortugas de río, con graves maltratos físicos, tenían miedo a los humanos y sus caparazones estaban tan dañados que incluso el del macho se había deformado pues vivían tan solo en una caja de zapatos en un casa de Puebla. Mi hermano menor las rescató y a partir de ahí vivieron en el jardín de la casa de mi infancia, amaban enterrarse en la tierra pero también se aventuraban por todos lados de la casa, incluso un día, la tortuga hembra llegó a un inodoro, aunque nunca sabremos cómo pudo llegar hasta ese recóndito lugar. Hoy viven en un estanque en Morelos, en casa de mi madre, en donde están rodeadas de árboles, además adoptaron a una pequeña tortuga que cada día crece y crece.

En mi paso por todos lados amo toparme con perros y gatos amigos, pero también lo he hecho con tlacuaches y arañas hermosas, sin dejar de mencionar a las aves, quienes te dan un poco de paz al cantar tan alto como pueden.

Pero así como yo tengo recuerdos atesorados de estos pequeños seres de la vida, creo que todos en algún momento hemos tenidos esos amigos que llevamos en el corazón o que aún permanecen en nuestro día a día y nos hacen muy felices, nos acompañan en los momentos de soledad y a quienes puedes abrazar y estrujar sin que te puedan decir nada, más que darte ese amor que solo un ser vivo puede dar, de forma incondicional.