Por: Mario Galeana
Ante la falta de eficiencia en los protocolos de denuncia, o
simplemente por la complicidad de los directivos, el escrache en las universidades y preparatorias del estado se ha convertido en una de las formas más populares para exhibir el acoso sexual por parte del profesorado en distintas instituciones.
Hasta principios del año pasado
las denuncias por acoso eran un tema tabú al interior de todos los planteles educativos, fueran públicos o privados.
Sin embargo, en marzo de 2019 estalló la primera denuncia pública: 50 universitarias de la Escuela de Artes Plásticas y Audiovisuales de la BUAP acusaron a 12 profesores por acoso sexual, hostigamiento y tocamientos lascivos.
Lo hicieron mediante el escrache,
una forma de denuncia pública que se popularizó entre los hijos de las víctimas de distintas dictaduras en América Latina.
Al interior de la escuela, las universitarias montaron un tendedero
en el que colgaron las fotografías y los nombres de sus agresores, y algunas de las frases que éstos
habían proferido al acosarlas sexualmente. Optaron por este método debido a que las denuncias presentadas a través del protocolo instituido por la universidad no prosperaraban.
Desde entonces, se han presentado al menos 10 denuncias en cinco
instituciones educativas: la preparatoria de la Universidad Madero (UMAD), las facultades de Medicina, Ciencias Químicas, Ciencias de la Comunicación y Psicología de la BUAP, la Universidad Iberoamericana de Puebla, el Instituto Tecnológico de Puebla y la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).
A finales de febrero de este año,
la preparatoria de la UMAD suspendió a un médico de la institución por tocamientos lascivos contra varias estudiantes que, mediante una protesta, denunciaron sus casos.
ACOSO EN BUAP Y UPAEP
Ayer mismo, un grupo de estudiantes de la Facultad de Ciencias de la
Comunicación de la BUAP solicitaron la destitución de dos profesores por acarrear al menos 10 acusaciones de acoso sexual. Sin embargo,
las universitarias aseguraron que este tipo de conductas eran replicadas por la mayoría de los profesores, así como por el personal administrativo y de intendencia.
En un pliego petitorio entregado
a Angélica Mendieta, directora de la facultad, las universitarias solicitaron que los dos profesores señalados fueran boletinados ante todas las instituciones educativas públicas y privadas.
Mientras eso ocurría, estudiantes
de la UPAEP protestaban porque los directivos del plantel no les permitían instalar un tendedero con el
nombre completo de los maestros
y alumnos que han incurrido en acoso sexual.