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¿A quién diablos le están hablando los candidatos?

¿A quién diablos le están hablando los candidatos?

Columnas miércoles 10 de abril de 2024 - 22:43


Las campañas en este país son demasiado retro, y en Puebla francamente cavernarias. Más de una vez me he preguntado durante este proceso electoral: ¿a quién diablos le están hablando los candidatos?

¿Acaso a usted no le parece increíble que, en pleno siglo XXI, en el marco de una sociedad digitalizada, los aspirantes a los cargos de elección popular aún tengan que echar mano de jóvenes precarizados, que en pleno rayo de sol reparten volantes, pasquines y demás basura electoral a los automovilistas asediados por el calentamiento global y por el tráfico? Noticia de ocho columnas: los 90 se fueron hace 30 años.

Por no hablar de la enfermiza necedad del mitin y del acarreo, todo un hito en la historia de las campañas en México, con pancartas y cosas vistosas con los colores partidistas, con el nombre del candidato en letras mayúsculas, a la medida de su ego, y con un discurso genérico,
indiferente a las necesidades específicas de los habitantes de una colonia o municipio concreto. Queridos candidatos: dejen en paz la propaganda, es un mensaje que no revela significado, muy necesario para mantener el poder, pero absolutamente inservible para alcanzarlo.

No obstante, cuando pretenden ser cercanos a la gente, el resultado más probable está en un punto intermedio entre la simulación y el escarnio. ¿Cuál es el marketing detrás de un aspirante a la gubernatura de Puebla, enfundado en su papel de ambulante de ocasión, regalando tacos de canasta con el termómetro marcando 29 grados, en un Centro Histórico asediado por los informales? Una cosa es asegura: así no se gana el voto de 8 mil comerciantes establecidos que quieren ver los puestos callejeros a kilómetros de distancia de sus locales.

Insisto, ¿a quién diablos le están hablando los candidatos? Y, sin embargo, a veces, con muy poca frecuencia se asoman destellos de lucidez en las campañas. Caso concreto fue el del candidato Eduardo Rivera, quien ante una audiencia cautiva de estudiantes universitarios dio una cátedra de marketing político dirigido a un sector focalizado del electorado: “de ganar la gubernatura de Puebla exentaré del Impuesto sobre Nómina a las empresas que contraten a jóvenes menores de 25 años”. Más allá de la viabilidad de la medida, y de lo comprometido que quedaría el gasto programable de la futura administración estatal, el impacto que logró Rivera fue el deseado: romper con el voto duro de su propia alianza y convencer a una población de jóvenes indecisos que, gracias a su propuesta, dejaron de serlo.

¿Qué intento decir con todo esto? Estas elecciones no se ganarán con encuestas cuchareadas, con los supervivientes del marinismo o del morenovallismo, o con los oscuros operadores del pasado que “quieren regresar por sus fueros”. Esta elección se ganará con técnica y, para mala fortuna de aquellos que se mueven por instinto, en Puebla no existen 30 puntos de distancia: la moneda está en el aire.

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/CR

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