Viajar en tiempos de COVID

Viajar en la época de COVID-19 es un desafío para cualquier viajero.

Pasar los distintos controles migratorios en los países occidentales representa un reto. Algo inimaginable para los viajeros.

Cuando se sale del país uno no puede invocar a que conoce a tal o cual por tal o hablarle a algún conocido o brincarse la hilera o hacer trampa o apártame el lugar o cualquier otra cosa así.

Esa tradición mexicana que acostumbra a los habitantes de este país a brincarse las reglas no sirve fuera de México.

Ni pirrurris ni juniors ni privilegios cuentan fuera de las fronteras mexicanas.

Viajar a otros países requiere cumplir de manera escrupulosa cada uno de las reglas establecidas por cada país para ingresar o salir de ese país.

Aunque en México se ha tomado casi a broma cualquier restricción o regla para combatir la pandemia de COVID-19 eso no sucede en otros países.

Los viajeros que vienen a México no requieren cumplir ninguna regla ni ninguna restricción.

Es increíble que mientras en países como Estados Unidos o en cualquier país de la Comunidad Económica Europea se solicite la prueba PCR y se solicite al viajero estar vacunado quienes llegan a las fronteras mexicanas pueden pasar sin ninguna limitación.

Es más, a México se puede llegar sin estar vacunado y nadie sabe en las fronteras si la persona en cuestión, el visitante o turista está vacunado contra COVID-19.

Además, no cualquier vacuna es admitida en los países europeos o en Estados Unidos.

Las vacunas que de manera masiva se aplicaron en nuestro país, como la Cansino, no son vacunas válidas para ser admitidos en otros países. (Lo cual no quiere decir que no sirvan esas vacunas, cada país aplica sus propias reglas en función de su interés nacional y de bioseguridad, al menos así se entiende.)

Simplemente otras naciones establecen sus propios límites y determinan qué vacunas son válidas para ingresar a esos países.

Así que si el viajero mexicano cree que por estar vacunado con la vacuna Cansino será admitido en otros países corre un enorme riesgo de quedar aislado y de ser devuelto a su país sin la menor reserva.

Además, en las ciudades alemanas uno no puede ni siquiera comprar un café o una baguette en cualquier tienda sino cuenta con la vacuna aprobada por el país y con la prueba PCR actualizada. Lo cual también genera condiciones muy dañinas para los migrantes y personas sin documentación para su estancia legal en estos países.

Hay una nueva manera de separar a las personas en estos países: quienes están vacunados y quienes no están vacunados.

Las personas son ahora segregadas por la vacuna que recibieron.

Gobiernos como el de México han pedido que Estados Unidos acepte a las personas vacunadas con la vacuna china Cansino, pero su petición ha sido inútil.

Las vacunas Pfizer-BioNtech, Moderna, AztraZeneca y Jannsen son las vacunas aceptadas para ingresar a los países más poderosos del planeta.

Algunos países hacen alguna excepción, por ejemplo, España es más flexible y acepta a personas vacunadas con Sputnik.

Lo cierto es que, en el mundo globalizado, de comercio abierto, las fronteras se han vuelto a cerrar (si es que alguna vez estuvieron realmente abiertas).

Se ha regresado al modelo de soberanía nacional y ninguna entidad tiene poder para cuestionar las decisiones soberanas de los países para aceptar a turistas, visitantes, aplicar sus propias medidas de restricción en cada territorio nacional para cuidar a su población.

Es el regreso también de la noción de Estado-nación.

Estas nuevas maneras de segregación también se aplican a los distintos grupos sociales. Los viajeros de países como China en los controles migratorios de los países europeos transitan por hileras aparte de las hileras de los viajeros de otros países.

Aunque uno quiera tomárselo a broma, o crea que es apenas el capítulo de una serie futurista, existe ya una especie de segregación sanitaria que se experimenta en aeropuertos y cruces fronterizos. Los habitantes de los países con menos eficiencia en el combate a COVID-19 son más susceptibles de ser señalados y estigmatizados en estos cruces donde los pasaportes son señales de alerta.