En el listado aparecen “El Diablo”, detenido en 2020, “El Soto”, quien operaba en Venustiano Carranza; y “El Perro”, vendedor de droga en la capital poblana
Por Guadalupe Juárez
Entre los nombres que han trascendido de los reos trasladados a Durango, Chiapas y Oaxaca, que intentaban controlar el penal de San Miguel, la mayoría se dedicaba al narcomenudeo.
Uno de ellos, apodado “El Diablo”, coincide con un hombre detenido en febrero de 2020 por homicidio calificado en grado de tentativa y daño a propiedad ajena, cuando intentó asesinar a un ex militar.
Se le relacionó en algún momento con el grupo liderado por “El Negro”, de donde surgió Christian N., “El Grillo”, en el que cobraba piso y extorsionaba a comerciantes, además de la venta de estupefacientes y autopartes robadas.
Otro nombre que surgió de los reclusos trasladados a penales federales de otro estado es el de Roberto S., que coincide con la detención de un hombre dedicado a la venta de drogas originario de Pachuca, Hidalgo y que pertenecía a otra banda llamada “Los Acosta”.
También trascendió el cambio de “El Soto”, sobrenombre que coincide con el reporte de la detención de un hombre señalado de ser sicario, narcomenudista y secuestrador, quien operaba en Venustiano Carranza; además, es ex policía municipal.
“El Perro”, se incluye en la lista de los reos que fueron trasladados de San Miguel, apodo que coincide con el de José Manuel, un hombre de 21 años que compraba droga en Xonaca y solía venderla en la ciudad de Puebla y Veracruz.
Vuelve el orden a San Miguel
Fuentes al interior del penal, revelaron a ContraRéplica Puebla que tras la llegada de María del Rayo Mendoza como directora de San Miguel, el orden regresó al penal.
Tras la primera revisión del 24 de enero de 2022, los celulares con los que contaban los internos fueron recogidos, por lo que las filas en los teléfonos públicos son largas, ya que ahora sí es la única forma de comunicarse con sus familiares.
Antes del caso Tadeo –confía un interno—podían contactar a sus familiares en videollamadas y estar al pendiente de sus redes sociales. No era necesario comprar los teléfonos o pagar por ellos, pues si hacían buena relación con otros internos que pagaban a los custodios, era suficiente para que se los prestaran entre ellos.
Las fiestas al interior del penal en el área varonil, aunque más discretas, se mantenían hasta el año pasado. Por las noches, los custodios eran quienes iban al área femenil para avisarles a las reclusas que podían pasar a la otra área para prostituirse.
Cuando encontraron el cadáver del bebé Tadeo, dos grupos se disputaban el control del penal, uno de ellos era el que pagaba a los custodios por el control del Cereso y la venta de drogas al interior.
El otro, buscaba formas rústicas para ingresar la droga, ya que no alcanzaban a pagar las cuotas que les pedían las autoridades penitenciarias para pasar de “forma libre” los supuestos filtros.
Antes de caso Tadeo en San Miguel
• Pagos de 500 a 3 mil pesos a custodios por el pase de comida, ropa, espacios, mesas, sillas para visitas, uso de sanitarios, para usar ropa no autorizada y recibir visitas conyugales.
• En las entradas por cada filtro de visita familiar 20 pesos.
• 91.5 por ciento de los casos el dinero se lo daba a custodios.
• 53.7 por ciento a otros internos que autogobernaban el Cereso de Puebla.
¿Qué llegaban a manejar los reos?
• Celdas y espacios
• Negaban o permitían la participación a talleres, servicios médicos, actividades escolares
• Acceso a llamadas telefónicas y protección a otros internos
• 95.7 por ciento de las víctimas de estos casos de corrupción no denunciaron
• 2 de cada 10 internos en el Cereso se sentía inseguro en su celda
Fuentes: Julio de 2021 ENPOL del Inegi / Testimonios anónimos
ILUSTRACIÓN: Jazmín Sánchez