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Omisión y negligencia municipal

Omisión y negligencia municipal

Columnas miércoles 23 de noviembre de 2022 - 00:00

Después de los hechos de Tulcingo de Valle, y en un recuento de otros incidentes ocurridos en los últimos dos años, como en Acatlán de Osorio, Piaxtla y Tecamachalco, es posible concluir que la seguridad pública queda a segundo plano en el interés de un gran número de autoridades municipales.

Es cierto, por una parte, estas demarcaciones enfrentan un déficit de policías, principalmente por falta de recursos, pero ya quedó atrás como argumento para justificar yerros en la materia.

El alcalde de Tulcingo, José Edgar García, por ejemplo, tardó en reaccionar una semana ante los hechos de violencia que dejaron como saldo cuatro personas asesinadas, arrojadas a orilla de la carretera a Tlapa, Guerrero. Durante ese lapso, existió un silencio abrumador. ¿Por qué no dijo nada? ¿Por qué la reacción viene hasta la difusión del video en redes sociales en donde el comandante Maurilio Herrera confiesa su presunta responsabilidad y, en paralelo, aparece su cuerpo en un parque?

En perspectiva, el presidente municipal mostró falta de oficio político, primero, e insensibilidad al enfrentar de manera titubeante el problema. Esto en cuanto a la reacción ante los hechos.

Sin embargo, hoy queda en evidencia que José Edgar García además fue negligente y omiso al no tomar medidas y mantener en la corporación a un mando que no contaba con su prueba de control de confianza. Aquí queda claro que no solo se trata de un asunto de número de efectivos policíacos, sino también de vigilancia y estrategia.

Una pregunta pertinente es, ¿sabía el alcalde que su comandante no contaba con la certificación correspondiente? Si lo sabía y no actuó en consecuencia, García lleva en esa omisión una responsabilidad social y gubernamental. Ahora, si no tuvo conocimiento, hablamos de una autoridad incapaz de mantener el control de lo más básico que es su cuerpo de seguridad para garantizar tranquilidad en la demarcación. Y ya no solo es omisión, sino también negligencia.

Otro problema constante y expuesto en este caso, es que los ayuntamientos –principalmente los que poseen una fuerza de menos de 50 elementos– terminan por endosar su responsabilidad a la Secretaría de Seguridad Pública del estado. Ante el menor incidente, se deslindan y llaman a la autoridad estatal. Por supuesto que pueden solicitar respaldo, pero hay una tendencia a pensar que les deben resolver sus problemas.

Por si fuera poco, el Ayuntamiento de Tulcingo de Valle anunció que, “por común acuerdo” con sus policías, se separaron del encargo, lo que implicaría una explicación más profunda de la que emitió en un video, luego de la aparición de los restos del comandante Maurilio.

En esa dinámica, resulta necesario que el presidente transparente si había más elementos sin sus respectivas pruebas de control de confianza, que implicaría una investigación de mayor fondo, además de que ahora es urgente ubicar a los elementos, por las presuntas relaciones que pudieron construir con su mando.

Hay muchas dudas sobre la actuación del alcalde, lo que queda claro es su omisión que, por el momento, ya costó caro. Hay que ver si se confirma una negligencia.


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/CR

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