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La Rectora que Viene

La Rectora que Viene

Columnas domingo 19 de septiembre de 2021 - 17:45

Un corredor de maratón vence varias cosas antes de salir a correr:

El sueño, la vigilia, el ayuno, la calidez del lecho, el frío de la calle…

Una vez fuera, empieza esa eterna lucha contra uno mismo.

¿Qué hace, por ejemplo, el keniano Eliud Kipchogue, doble campeón olímpico, para salir a correr todos los días —entre la lluvia y el trueno— con su 1,67 de estatura y sus 57 kilos de peso?

El hombre con más glóbulos rojos del mundo no se perdona dejar de entrenar un solo día.

Hacerlo sería fatal.

Bajo esa lupa hay que ver a la próxima rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla: la doctora Lilia Cedillo.

Todos los días, inevitablemente, vence varias cosas para salir a correr.

Y ya encarrerada, vence otras más: la fatiga, el frío, el calor…

Una vez en el maratón —de los muchos que ha corrido en su vida—, va preparada para enfrentar el célebre “muro” de los treinta kilómetros.

Quienes han corrido maratones saben de qué hablo.

El “muro” es un desfallecimiento repentino —o falta de energía— que se produce entre los kilómetros 30 y 35.

Por eso lo mejor para ello es coincidir con Eliud Kipchogue: “el muro no existe”.

La doctora Cedillo tiene otra virtud: es científica.

Quizás por eso parece que trae un aura en la cabeza.

Esa dualidad la ha llevado lejos.

Este lunes, por ejemplo, ganará la elección que la convertirá en la primera rectora mujer en la historia de la universidad.

¿Cómo llegó a esta circunstancia?

Venciendo varias cosas antes de salir a la vida:

El sueño, la vigilia, el ayuno, la calidez del lecho, el frío de la calle…

Y una vez encarrerada: la fatiga, el frío, el calor.

Su trayectoria académica es envidiable.

Jamás se le vio en comidas políticas.

No recurrió a la grilla universitaria —al estilo Paco Vélez Pliego— para llegar a donde está.

Lo suyo fue la disciplina y la pasión por la ciencia, la lectura, el maratón, la academia, la escritura de libros y la familia.

Ah, porque en medio de todo esto se dedicó a crear con éxito una familia.

No se extrañe nadie de que mañana se lleve un voto brutalmente mayoritario en la elección de la BUAP.

Tampoco habrá que sorprenderse de que una vez que arribe como rectora le devuelva a la universidad el camino de la docencia, la cátedra, la investigación, la poesía.

En otras palabras, eso de “pensar bien, para vivir mejor”.

Ya como rectora, la doctora Cedillo nombrará un equipo alejado de las perversidades que tanto daño le han hecho a la institución.

Un equipo de gente fresca, novedosa, inteligente y con experiencia en la vida universitaria.

(El pasado se quedará en el pasado, sería la traducción).

¿Qué hará en las primeras horas de este lunes la futura rectora?

Yo lo sé:

Vencerá el sueño, la vigilia, el ayuno, la calidez del lecho, el frío de la calle, y saldrá a correr.

Como todos los días desde hace muchos años.


Los Gritos del Gobernador y la Alcaldesa. Durante el debate de 2018, Miguel Barbosa Huerta dijo enfático: “¡Viva Puebla, reviva Puebla!”.

La noche del 15 de septiembre repitió ese “viva” y ese “reviva” en el contexto del tradicional grito de independencia.

Y lo hizo tocando el Esquilón Zaragoza, que es como fue bautizada la campana de 370 kilos de peso.

En sus “vivas”, el gobernador hizo un ejercicio de micro historia al incluir a los tres Juanes de la Sierra y a los hermanos Serdán.

No podía ser de otra manera.

Un apasionado de la historia no puede dejar de lado la historia regional.

En contraste, Claudia Rivera incurrió en su grito —efectuado en el zócalo de la ciudad ante un puñado de empleados a sueldo— en un desliz significativo al convertir a la corregidora Josefa Ortiz de Domínguez en la desconocida Josefa Ortiz Téllez Girón.

Cuando gritó este nombre, sus empleados sólo atinaron a decir: “¿Y ésa pinche vieja quién es?”.

Por cierto: la comedia de ridículos culminó cuando uno de sus auxiliares gritó “¡Viva Claudia!” en cuanto terminó la ceremonia.

“¡Viva Claudia!”, gritaron los lambiscones.

Ojalá les aumenten el sueldo.

Ah, no, que ya se van.


Olimpia: una Luchadora Infatigable. Hace unos días, la influyente revista Time incluyó en su lista de la 100 personas más influyentes de 2021 a Olimpia Coral Melo, la célebre abogada y activista que dio origen a una ley icónica que lleva su nombre.

En la presentación se lee que los personajes incluidos son “líderes extraordinarios de todo el mundo que trabajan para construir un futuro mejor”.

Aparece en la lista sólo una mexicana: Olimpia.

Y lo hace al lado de Joe Biden, Scarlett Johansson, Donald Trump, Elon Musk (director ejecutivo de Tesla), Kamala Harris y Tim Cook, entre otros.

Qué emoción por Olimpia.

Qué emoción por quienes la queremos y la admiramos desde hace muchos años.

A Olimpia —nacida en Huauchinango hace poco más de treinta años— le he dedicado miles de líneas desde que inició su brutal lucha.

Por eso, emocionado, hago mías las palabras que le dedicó la activista Amanda Nguyen, fundadora de la ONG Rise (enfocada en proteger los derechos civiles de sobrevivientes de ataques sexuales y violación):

“Puede ser difícil ser una sobreviviente, hablar sobre algo tan personal, pero el impacto de Olimpia Melo Cruz no sólo será significativo en este momento, será recordado en la historia, y la historia está de su lado".

Hace un año acompañé a Olimpia y a dos de sus amigas y compañeras a San Miguel de Allende.

Fue un fin de semana lleno de revelaciones.

Una de éstas tuvo que ver con su vitalidad.

Lejos de estar agotada —tras la larga lucha que enfrentaba en defensa de las víctimas de acoso digital—, se veía feliz, plena, jubilosa.

Hoy se encuentra doblemente feliz por este gran reconocimiento.

Todos estamos orgullosos de su lucha.

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/CR

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