Durante el primer semestre de 2025, la deuda pública de México registró una disminución real del 0.1%, situándose en un nivel equivalente al 49.2% del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Este resultado representa una ligera baja respecto al cierre de 2024, cuando el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), la medida más amplia de la deuda, se ubicó en 49.3% del PIB. El ajuste, aunque mínimo, refleja un esfuerzo del gobierno federal por mantener la sostenibilidad fiscal en un contexto económico desafiante.
En términos nominales, el saldo de la deuda neta del sector público ascendió a 16.8 billones de pesos, con un crecimiento anual de 5.7%. Sin embargo, al comparar esta cifra con la evolución de los precios y del PIB, el peso de la deuda se redujo marginalmente, lo que permitió mejorar su relación con el tamaño de la economía nacional.
Hacienda detalló que entre enero y junio se registró un déficit presupuestario de 522,290 millones de pesos, cifra mayor al déficit observado en el mismo periodo de 2024. Pese a ello, los ingresos del sector público se mantuvieron sólidos, impulsados por una mayor recaudación tributaria, principalmente del Impuesto sobre la Renta (ISR) y del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
El gasto público también tuvo un incremento real de 6.1% respecto al mismo periodo del año anterior, concentrándose en programas sociales y proyectos de inversión en infraestructura. Este comportamiento estuvo alineado con la política fiscal expansiva adoptada para apoyar el crecimiento económico.
La SHCP subrayó que estos resultados permiten mantener finanzas públicas sanas, sin comprometer la estabilidad macroeconómica del país. Además, reiteró su compromiso de cerrar 2025 con un nivel de deuda pública por debajo del 50% del PIB, como lo establece el marco macroeconómico aprobado por el Congreso.
Este comportamiento moderado de la deuda es observado de cerca por inversionistas y calificadoras, que valoran la capacidad del país para contener el endeudamiento pese a un entorno global marcado por altas tasas de interés y presiones inflacionarias.