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El “No, Señor Presidente” del Gobernador Barbosa

El “No, Señor Presidente” del Gobernador Barbosa

Columnas domingo 24 de mayo de 2020 - 17:23

En congruencia con lo que ha venido expresando públicamente, el gobernador Miguel Barbosa Huerta acaba de generar un decreto que establece que en el estado de Puebla —ante el grado de crecimiento de la pandemia— no existen condiciones para reanudar actividades en las industrias automotriz y el ramo de la construcción.

Nuevamente a contrapelo del gobierno federal, el gobernador marca una ruta inédita en la relación con el Ejecutivo.

Y lo hace sin la estridencia de los gobernadores de oposición que intentan crear un sindicato anti4T, y particularmente antiAMLO.

Miguel Barbosa transita por una autopista diferente: la de la sensatez.

Sus armas —partiendo del considerando del decreto citado— son filosóficas y reflexivas.

No recurre al grito ni al manotazo en el escritorio.

Vea el hipócrita lector:

“Aquellos que crean que la política es sólo el poder, no son poseedores del poder, son sus esclavos, yo no soy esclavo del poder (…) Lo peor está por llegar, la ola de contagios y el riesgo sanitario está en todas partes. (…)

No soy quien cree en soluciones mágicas o precipitadas, soy alguien que me he formado y que conozco la política, es preciso actuar y no rehuir a nuestra tarea ni echarla cobardemente en los hombros de los otros”.

Hasta aquí la larga pero reveladora cita.

Lo más fácil sería sumarse al coro griego del “sí, señor presidente”.

Algunos gobernadores lo hacen, plegándose en automático a las órdenes del huésped de Palacio Nacional, quien, es evidente, busca mandarle un guiño al adelantado presidente Trump.

¿Cuáles son las razones que tienen?

Algo que es intrínseco a la clase política tradicional: el sometimiento a todo lo que diga el Señor Presidente.

Sus razones no son éticas ni estéticas, sino de sobrevivencia política.

Lo malo es que exponen muy peligrosamente a sus gobernados.

El gobernador Barbosa ha declarado en varios momentos que él no forma parte de la clase política.

Es decir: no sólo no cree en sus rituales acomodaticios, sino le repugnan.

La disidencia que ha venido mostrando en las últimas semanas son prueba de ello.

Regreso al considerando del decreto para destacar algunos puntos que reflejan su postura:

“No estamos en contra de alguna persona, empresa o autoridad, estamos en contra de actuaciones equivocadas.

No quiero decir mañana a las familias de los poblanos, a las miles de familias poblanas que fuimos débiles, porque entonces traicionaría el mandato que me otorgaron y a la confianza que en este gobierno depositaron.

(…) En la industria automotriz y en el sector de la construcción trabajan 159 mil 942 personas, las que constituyen una fuerte movilidad humana con un riesgo exponencial de contagios y de muertes que desbordarían al sistema hospitalario de Puebla. Debemos de evitar que la pandemia se vuelva catastrófica en nuestro Estado echando por tierra los esfuerzos de los médicos, enfermeras, camilleros, personal de salud y servidores públicos que han fallecido en la lucha contra la pandemia”.

Han venido apareciendo diversas proyecciones acerca de lo que ocurrirá si se abre la economía el 1 de junio.

Y dichas proyecciones son funestas.

La curva de contagios y de muertes crecería brutalmente.

El pronto regreso a la normalidad se iría por un caño.

¿Vale la pena eso?

Cierro con un párrafo del singular decreto, que en su introducción guarda un eco curioso con Fernando Savater en una reciente reflexión sobre la fragilidad humana ante el extraño y perturbador virus:

“Con la pandemia nos cambió la vida a los humanos, hay añoranza por ver a los seres queridos y tenemos miedo de que no les pase o nos pase algo malo; hemos aprendido que como humanos somos un mecanismo ingenioso, inteligente, pero frágiles, nos estropeamos con facilidad y tarde o temprano nos estropearemos del todo, por ello, ser solidario con los demás es lo mejor de nosotros; hay que intentar cuidar de los demás en espera de que ellos nos cuiden; hoy nos damos cuenta que hay un proceso de la naturaleza implacable y no podemos esperar algo de piedad de la enfermedad sino de nuestros semejantes”.

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/CR

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