Adolescencias Femeninas y la Delincuencia Juvenil

En el marco del Día Internacional de las Mujeres es pertinente abordar una de las problemáticas de mayor impacto para la sociedad: la delincuencia juvenil a cargo las adolescencias femeninas.

Es un fenómeno multifactorial que expone la necesidad de profundizar en su estudio, como en el diseño y en la implementación de estrategias encaminadas a crear mejores condiciones que ofrezcan el acceso a los derechos y las libertades que son reconocidos en acuerdos internacionales, entre los que destaca la Declaración Universal de los Derechos Humanos emitida por la Organización de las Naciones Unidas, (ONU, 1948) y que incidió de forma directa en la legislación mexicana al plasmarlos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; así como en la Constitución Política del estado libre y soberano de Puebla.

La delincuencia juvenil tiene implicaciones acerca de los derechos que les son violentados al integrarlos en grupos del crimen organizado que atentan contra su integridad física, psicológica y emocional. Si bien los jóvenes delincuentes son responsables de los delitos que cometen, también pueden ser considerados víctimas por ser manipulados para ejecutarlos, por ello son juzgados bajo leyes especiales en las que las penas máximas alcanzan hasta cinco años en algunos casos. No podemos ignorar que tanto varones como niñas, están expuestos a ser reclutados a las redes del crimen; sin embargo, para los fines del presente artículo, nos enfocaremos en las adolescentes femeninas y su participación en la delincuencia organizada.

Por otra parte, podemos hablar de la participación de las adolescencias femeninas en la comisión de delitos gracias al avance logrado en términos de la impartición de justicia con perspectiva de género, que comenzó a gestarse en las últimas décadas el siglo XX.

Entre los rasgos más recurrentes que se han identificado en las jóvenes delincuentes destacan: experiencias traumáticas que marcaron la primera infancia de las personas, pobreza, embarazos tempranos, rasgos étnicos, de género y exclusión, núcleo familiar desintegrado, provenir de familias que tienen miembros en prisión, abandonar sus hogares de manera temporal o definitiva, no conocer a su padre, vulneración de la dignidad, crecer en un entorno donde el consumo de drogas y alcohol es una práctica cotidiana, la carente instrucción académica, trabajo informal.

De acuerdo con testimonios recogidos por Elena Azaola (Azaola, 2016), se identifican dos grandes grupos de adolescencias femeninas delincuentes: el que integra a quienes han cometido actos delictivos son cometidos tradicionalmente por las mujeres, mientras que el segundo grupo está integrado por las adolescentes que delinquieron siendo miembros de organizaciones criminales.

Acerca del reclutamiento de adolescentes a grupos criminales, las estadísticas publicadas por REDIM indican que en 2020 Puebla ocupaba el cuarto lugar, debido a que entre 11.3 mil y 19.6 mil menores estaban en riesgo de formar parte y ser utilizados por estar organizaciones delictivas.

Así, los retos que encara la entidad requieren de una estrategia bien estructurada a fin de reducir los factores de riesgo que colocan a la población adolescente femenina en una situación vulnerable.