El Caso Barbosa-Lozoya (una Mirada)

Las legislaturas mexicanas son prolijas en esa materia.

Y eso incluye a las locales y las federales.

Cuando un gobernador o un presidente busca ganar la mayoría parlamentaria en aras de sacar una ley o una reforma, inevitablemente soborna a los diputados o senadores cuyos votos requiere para hacer mayoría.

En el caso de las reformas impulsadas por la administración Peña Nieto no bastaba una mayoría pírrica para aprobarlas.

Desde su ego desbordado, el entonces presidente buscaba técnicamente la unanimidad, pese a que, ya se sabe, las unanimidades sean sospechosas.

Peña quería que todas las bancadas fuera por la afirmativa en materia de reformas: sus reformas.

Eso —así lo creía— le darían legitimidad a las mismas, y a él lo harían pasar a la Historia.

(La Historia, con mayúscula: esa tentación que ha hecho caer a tantos).

El problema, cuando menos en la votación de la Reforma Energética —hoy traída a colación por una de las víctimas (beneficiadas) de esa trama: Emilio Lozoya Austin—, es que el senador Barbosa y los suyos votaron en contra: en lo general y en lo particular.

Volvemos al inicio de esta trama: nadie soborna para que el voto sea por la negativa.

El gobernador salió este miércoles a enfrentar las versiones publicadas, entre otros, por el columnista Raymundo Riva Palacio acerca de una supuesta colusión con Lozoya Austin, imputado por diversos actos de corrupción por la Fiscalía General de la República.

Barbosa dejó en claro que votó en contra de la Reforma Energética.

También negó haberse reunido con Lozoya en sus oficinas de PEMEX o en algún otro lugar para negociar en privado.

Igualmente desechó la versión de que el entonces senador Barbosa envió a una tercera persona a Lozoya —un supuesto asesor medio ebrio— para pedir dinero a su nombre.

(¿Sobornos a millón y medio de pesos por aprobar una reforma tan crucial como la energética? Qué locura).

En este sentido, dijo que enfrentará cualquier imputación que le hagan.

“¡Estoy limpio! ¡Estoy limpio, poblanos!”, expresó al final.

Este miércoles, Riva Palacio publicó en su columna de El Financiero las siguientes líneas:

“Con detalles y anexos documentales, (Lozoya) entregó una declaración -por medio de su padre, Emilio Lozoya Thalman- al fiscal general, Alejandro Gertz Manero, sobre la compra de Agronitrogenados, como parte de su negociación para apegarse al criterio de oportunidad, para canjear su cooperación por la cancelación de un proceso en su contra. Es decir, cambiará su libertad y la de su familia, por la de Peña Nieto y Videgaray, que tendrán que probar que sus dichos no concuerdan con los hechos, o su destino será la cárcel.

Lozoya presentó declaraciones escritas al fiscal general, Alejandro Gertz Manero, para negociar su libertad y la de su familia a cambio de información.

“(…) Sus declaraciones ministeriales salpicarán al PRI, PAN y Morena en diferente grado. (…) Los nombres de otros senadores brincarán en esta variante política del proceso judicial contra Lozoya. Uno es el del priista David Penchyna, quien hizo gran parte del trabajo de negociación con la oposición para lograr su apoyo en esa reforma, y el otro es Miguel Barbosa, quien en ese momento estaba en el PRD. A Barbosa, de acuerdo con el plan, lo involucrarán para luego purificarlo. La estrategia establece que Lozoya hablará de su conversación con el actual gobernador de Puebla en Londres, durante una visita de Estado en junio de 2015, donde le dice que su hermano fue adscrito a un área central de Pemex, como había solicitado, y le menciona que ya le envió dinero”.

El diario Reforma también sacó a colación el nombre del gobernador en el contexto de supuestas negociaciones para aprobar —lo que no hizo— la Reforma Energética.

¿Cuál es el resultado de esta trama?

Basura.

Mucha basura.

Basura que, faltaba más, ya retornaron los enemigos del gobernador para tratar de mancharlo.

El problema para ellos es que, como en el caso de Claudia Rivera y la supuesta violencia política de género, no hay carnita.