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Covid, valores y la estrategia en San Andrés Cholula

Covid, valores y la estrategia en San Andrés Cholula

Puebla viernes 12 de junio de 2020 - 05:13

Por Ignacio Juárez Galindo

El diario llega a mis manos y veo su portada.

Una noticia en particular llama mi atención.

El encabezado titula: “La contingencia sanitaria en el estado golpeará todavía más a los pobres”.

Las estadísticas, el dato duro, cuadra con la sentencia: 10 municipios con el mayor número de contagios concentran a 2 de cada 10 personas en condiciones de pobreza extrema.

Me levanto del escritorio y busco mi archivo sobre el tema.

“Sector de la población que, aunque tengan un ingreso económico, es tan bajo que, si lo destinaran por completo a comprar comida ésta no tendrá los nutrientes necesarios para tener una vida sana”.

Hay más: no tienen seguro médico, no tienen pensión, trabajan en la informalidad, carecen en su hogar de piso de cemento, el techo es de madera, lámina, asbesto, palma o teja y, peor aún, viven hacinados en un cuarto.

Regreso a la nota.

“En esos 10 lugares hay un poco más de 1.5 millones de personas sin dinero suficiente para alimentación, salud y educación”.

Reviso una lista de municipios.

El primer lugar lo ocupa la capital y es entendible: a mayor población, mayor índice de vulnerabilidad.

Mis ojos enfocan el segundo sitio: San Andrés Cholula.

¿San Andrés? ¿Cómo? Pero si es el ícono de la modernidad y desarrollo.

Busco nuevamente en mi archivo.

La tabla del Coneval no miente: 5 mil 490 personas en pobreza extrema y 62 mil 222 en pobreza.

La cifra es dura: 5 mil 490 personas que no tienen para comer y si tienen es una miseria.

Conclusión: Hay dos realidades en el municipio que convergen violentamente: la de la pobreza en sus juntas auxiliares y la de las zonas residenciales con centros comerciales y complejos de lujo insultante.


***

Una noticia más me sume en la reflexión.

El Coneval –organismo que mide el comportamiento de la pobreza en el país– lanza una auténtica bomba de

pesimismo: los pobres terminarán más pobres y aquellos que no lo eran terminarán siéndolo.

La clase trabajadora, explica el informe, se verá súbitamente en un escenario desolador. Sin empleo no hay para comer, para la renta, para la escuela.

En el mejor de los casos estarían en la pobreza laboral, es decir, en aquella población que no podría adquirir una canasta alimentaria con su ingreso.

¿Y los pobres extremos?... Peor que nunca.

***

Andrea y Julián se casaron hace varios años. Las cosas, como todo, eran buenas y algunas veces complicadas.

Julián trabajaba en una maquiladora.

Estaba a punto de ser designado supervisor de línea. A sus 6 mil pesos mensuales le agregaría otros mil que significaba el ascenso. Hoy lo único que tiene son los sueños. La pandemia llegó y una cosa trajo otra. La fábrica cerró. Sus jefes dijeron que sería temporalmente.

Un mes de sueldo fue lo que recibió de liquidación.

Andrea, por su parte, se dedicaba a vender Avón. No le iba de maravilla, pero tampoco mal. El trabajo le ayudaba a colaborar con el ingreso familiar y le daba tiempo de atender a Lucía, su hija de cuatro años. Las ventas cayeron casi el 90 por ciento. Nadie en estos tiempos de crisis sanitaria quiere gastar porque no hay dinero o porque están guardando lo poco que tienen.

Andrea y Julián hoy viven la realidad que el Coneval advertía.

Antes de marzo no eran pobres, ahora sí lo son.

Muchos de sus vecinos de Tlaxcalancingo andan por las mismas.


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San Luis Tehuiloyocan es una junta auxiliar sanandreseña. Muchos conocen este pueblo por la enigmática Casa del Diablo que, todo parece indicar, es un inmueble histórico cuyos relieves maravillosos representan una burla hacia la iglesia católica.

Eso es parte de la picaresca poblana.

Pero al interior del pueblo hay otra realidad. Una muy cruda realidad.

El Covid-19 provocó el súbito desplome de la venta de hortalizas, que es de lo que viven casi todos los habitantes de esa comunidad.

El campo en todas las juntas auxiliares de San Andrés es, literal, el corazón y vida de los pueblos.

Ya lo decía el Coneval: los pobres quedarán más pobres.

Cosechas perdidas. Hortalizas pudriéndose.

Ojos tristes. Incertidumbre total.


****


Los Centros de Asistencia Infantil Comunitarios fueron creados con la finalidad de que los pequeñitos pudieran asistir al preescolar. El modelo es sencillo pero muy funcional: maestras imparten clases y, a cambio, reciben una compensación por cuotas de los padres de familia. Cuotas simbólicas porque es un programa para gente de escasos recursos.

Como todos sabemos, la pandemia puso fin a las clases presenciales en todo el país. De un día para otro, 38 educadoras se quedaron sin empleo y sin ingresos.

Es el otro sector que no se ve pero que todos los días hace caminar a una comunidad.

Sin ingresos no hay para comer, no hay para la renta, no hay para nada.

El Coneval lo aclara muy bien con una frase: pobreza súbita.

***

Me obsesiono buscando información de San Andrés Cholula.

Sigo sin quitarme de la cabeza esa paradójica realidad: pobreza y opulencia.

El tema me lleva a otra reflexión: gobernar un municipio como San Andrés Cholula no es tarea fácil.

Un buen político, pienso, buscaría un equilibrio, pero no es para nada sencillo.

Reducir los índices de marginación se dice fácil, pero es una tarea titánica que requiere esfuerzo, recursos e inteligencia para combinar ambos.

Un reto interesante para medir a un gobierno de izquierda, concluyo.

Y justo en ese momento recuerdo algunos comentarios de amigos –por ahí de septiembre del año pasado– a raíz del amplio apapacho y reconocimiento público que hizo el gobernador de Puebla a la alcaldesa. El mandatario, esa ocasión, venía de varios informes de gobierno en los que, tiro por viaje, les leía la cartilla a los munícipes. En San Andrés no fue así.

“No pierdas de vista a Karina”, fue el comentario que más escuché por esas fechas.

***

Reviso nuevamente el informe del Coneval.

La instrucción de los expertos no deja cabida para ninguna duda.

“¿Cómo llegar a la población más vulnerable? Dado que los recursos son escasos, es fundamental asegurar que los programas sociales prioritarios beneficien principalmente a las poblaciones en situación de pobreza o de vulnerabilidad destinando, por ejemplo, una mayor proporción del presupuesto público a mitigar los efectos de la crisis en los grupos con mayores condiciones de vulnerabilidad de la población, privilegiando los recursos destinados a los programas identificados como relevantes para disminuir la pobreza”.

E insiste: los pobres serán más pobres y los que no lo eran, ahora lo serán.


***


La pregunta es obligada: ¿Y qué está haciendo el gobierno de San Andrés Cholula ante esta pandemia?

Comienzo a indagar.

Primera respuesta. Lo que se ha hecho es producto de un viraje en la política de bienestar.

En mes y medio ya se han diseñado tres planes estratégicos que, si bien buscan contrarrestar los efectos muy negativos de la pandemia, son planes que pueden seguir más allá de esta coyuntura.

El juego de la flexibilidad me llama la atención.

Resulta que la presidenta municipal hizo varias jugadas de pizarrón.

Una me llama la atención.

Le denominaron “Valores a tu mesa”.

Me explican que la palabra “Valores”

es el eje transversal de la política de gobierno.


El plan, digo que es de pizarrón porque en un solo programa se incluye alimentación –con alto nivel nutricional–, cadenas de producción de juntas auxiliares, el consumo de productos locales y la duplicación del monto de los apoyos a la población en situación de vulnerabilidad, no sólo por comorbilidades que se complican con el Covid-19, sino también aquellas que perdieron su empleo, sufren violencia intrafamiliar, adultos mayores, personas con capacidades diferentes y aquellos que están fuera del universo de apoyos gubernamentales.

En este tipo de coyunturas la justicia es un principio que, si no se toma en cuenta, el esfuerzo no sirve para nada.

Por eso, los apoyos alimentarios se dividen en dos grandes rubros: en su entrega gratuita y en una aportación del 50 por ciento del costo del paquete. Para definir la situación, el estudio socioeconómico es la base para que la distribución sea justa, aunque eso no significa que sea obligatoria o condicionada.

El programa es tan exitoso que los paquetes alimentarios de alta calidad nutritiva dan pie a la economía solidaria y desarrollo regional. Por ejemplo, la compra de los productos es directa a la comunidades: legumbres de San Luis Tehuiloyocan; pan de San Rafael Comac; huevo criollo de los productores de la cabecera municipal, entre otros.

¿Y el resto de los problemas?

Un fondo especial para las educadoras de los Centros de Asistencia Infantil que consiste no sólo en dinero sino también en apoyo alimentario.

Las estadísticas no mienten: “Valores a tu mesa” está yendo directamente a todo el universo de personas vulnerables: desempleados, en primer lugar, y gente sin ningún tipo de apoyo gubernamental y así sucesivamente.


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Despensas las da cualquiera, me digo.

Pero me aclaran que estas no son despensas, son paquetes alimentarios de alto nivel nutricional.

Las despensas son otro programa.

Y me insisten: la clave está en la palabra Valores.

¿Por qué? Detrás de esa palabra se encierra toda una cosmovisión política y de servicio de la gestión de Karina Pérez Popoca. Es el rescate de esos valores que dan sentido a la política: pasión por el servicio público, amor al prójimo, volcarte al pueblo no sólo para conocer sus demandas sino fusionarte con él para sacar el barco entre todos juntos.

Es una política para crear comunidad, con la certeza de que su gobierno está a su lado.

Por eso los Valores es el eje crucial de la gestión municipal del primer gobierno de izquierda en San Andrés Cholula, enfatizan.


***


Este tema de la alimentación tiene un fondo más del que se ve a simple vista.

Un buen día, el Banco de Alimentos simplemente anunció que reduciría los apoyos y, con el paso del tiempo, prácticamente desapareció. Así, sin explicaciones ni alternativas.

Como era de esperarse, la noticia fue un polvorín. En una de sus giras por las juntas auxiliares, la presidenta municipal se enteró del problema, escuchó la necesidad de rescatar esos apoyos y cayó en cuenta lo decisivo que era subsanar la desafortunada decisión.

Por la tarde citó a su equipo más cercano y pidió una cosa que a todos sorprendió: acercarse lo más posible a una entrega universal y si no, por lo menos cubrir todas las juntas auxiliares.

En otras palabras: sería un programa mucho más ambicioso al del Banco de Alimentos y con costos mucho más bajos y de entrega gratuita.

Esto ocurrió mucho antes de que el mundo estuviera enterado de que un murciélago pondría de cabeza al planeta.


La encomienda no fue fácil, pero se llevó a cabo. La última entrega incluyó mil paquetes en cuatro alcaldías subalternas.

¿A quiénes van dirigidas? A los más pobres, a esos que de plano ni siquiera tienen ingresos para comprar un pan.

Banco de Alimentos quedó desplazado con suma facilidad, la gente se volcó hacia su gobierno en busca de apoyo y lo encontró. El sentido de Valor estaba causando el efecto deseado.

Ironías de la vida, los encargados del Banco de Alimentos, al darse cuenta que habían sido desplazados de manera natural, ahora están en la encomienda de reactivar el programa y hasta empleo andan ofreciendo a quienes se quieran sumar.

La duda que queda en el aire: ¿Cuál es el objetivo?


***


Para cerrar el círculo de apoyo, en una primera fase, el Ayuntamiento de ese lugar también detectó que la suspensión de clases ponía en riesgo otro tipo de ingreso con el que cuentan los alumnos y sus familias.

La decisión no fue fácil porque, en tiempos de pandemia, cualquier ahorro es valiosísimo para aplicarlo en otras cosas.

Y la decisión se tomó: 310 alumnos beneficiados con un ingreso, cada uno, de casi 2 mil pesos.

El apoyo continuó sin complicaciones.


***


Me separo del grupo de funcionarios a los que busqué para conocer qué está haciendo la comuna sanadreseña.

Sin decir quién era ni interés por entrevistar, me acerco con una joven.

Comenzamos una charla informal. Sólo nos podemos ver a los ojos porque portamos cubrebocas. Me dice que se llama Rosa, Rosa Mani. Que es de San Luis Tehuiloyocan.

Como no queriendo la cosa, le pregunto cómo le hago para sacar una despensa.

Con suma paciencia me explica el proceso que ella realizó. Remata: es muy sencillo.

-¿Y son buenas despensas?

-Con lo poco que pago por una no podría comprar ni un cuarto en otra parte. Son para familias que no tienen suficientes recursos para surtir su despensa en otra parte.

-¿Y en tu casa qué dicen de las despensas?

-Están felices, todo lo que sume para la casa es bueno.

Rosa cierra la plática abruptamente.

Es su turno.

A unos metros veo como se aleja con su paquete alimentario.

Rosa y su familia tendrán comida en la mesa.

O si quiere, en palabras de la filosofía del gobierno cholulteca: el amor al prójimo también está en ayudarlos a llevar el pan a la boca.

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HG/CR

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