Luis Carlos Rodríguez
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“Dios nunca muere”, es el nombre del restaurante propiedad de Dora Ventura. Parada enfrente del pequeño negocio familiar observa que por la carretera Acapulco-Pinotepa Nacional no circula ningún vehículo desde hace casi un mes y por ello, no hay clientes que le consuman. “Esto ya está agonizando, la Costa Chica se está muriendo entre el Covid-19, la cuarentena y las restricciones que nos están imponiendo”.
Su restaurante es uno de los cientos que están cerrados en el municipio de Copala y en toda la Costa Chica de Guerrero, donde medio millón de afrodescendientes sobreviven a la pandemia del coronavirus en cuarentena, sin empleo, sin ingresos y sin ningún tipo de apoyo federal, estatal y municipal.
Es la llamada África Mexicana, región olvidada por siglos y que cuenta con altos niveles de pobreza, la mayor parte trabajadores del sector primario, con muy bajos ingresos de alrededor o menos de un salario mínimo e incluso un porcentaje sin remuneraciones enfrentan la pandemia en 15 municipios y cientos de pueblos aislados, sin visitantes, sin turismo y con la expectativa de quiebra de miles de negocios familiares.
Dora, afrodescendiente y quien heredó el negocio familiar de su bisabuela quien lo fundó hace 50 años, dijo a ContraRéplica que la Costa Chica “está agonizando, se está muriendo, estamos en crisis, nos está pegando duro el tema de la cuarentena, porque no hay turismo, no hay maestros que nos consuman y ni tampoco ayudas por parte del gobierno federal, estatal o municipal”.
“Toda la Costa Chica, todos los municipios, lo mismo Copala que Playa Ventura dependemos de los visitantes, de los clientes, de los maestros que vienen a comer, de los taxistas o transportistas que pasan por acá, de los turistas. Es una economía en la que vamos al día, no hay forma de ahorrar. Sino hay clientes, en una semana quebramos y de aquí dependen tres familias”.
Dijo que, desde hace casi un mes, por orden del municipio no dejan pasar a nadie que venga de Chilpancingo o de Acapulco hacia la Costa Chica por miedo a que haya contagios. En la carretera a Pinotepa, donde se ubica su restaurante, los únicos vehículos que pasan son los de allí mismo o los taxis de Marquelia.
Las calles de Copala y de los otros 14 municipios de la África Mexicana como son Cuajinicuilapa, Cuautepec, Igualapa, Marquelia, Ometepec y San Marcos, entre otros, viven el mismo panorama con calles vacías, negocios cerrados o sin clientes y la mayoría de la población sin trabajo, ingresos o apoyos gubernamentales para sobrevivir la cuarentena.
José Covarrubias es pescador en la playa El Faro, en el municipio de Cuajinicuilapa. “Desde hace un mes no hay turismo, todo el pescado y camarón que saco no hay a quién venderlo. Los restaurantes están cerrados y lo mismo les pasa a los que cortan y venden coco, piña, mango o Jamaica. Aquí la cosa está muy triste, muy difícil”.
Por su parte, Pamela, tiene uno de los 50 puestos que hay en el mercado de Copala. Ella vende desde hace 17 años atoles de diferentes sabores. “Tengo más miedo que no tengamos qué comer que al coronavirus. Yo pienso que la enfermedad sí ha de existir, pero no va afectar tanto como la economía. Nos podemos morir más de hambre que de la enfermedad”.
“La mayoría aquí en Copala y en la Costa Chica viven el día. Son gente que trabaja en el campo, en la pesca, en la siembran de sandía, maíz, coco y mango, entre otros. Son pequeños productores y comerciantes. Está jodido pasar la cuarentena sin comer, no sé que va a pasar”.
La joven afrodescendiente expone que lo que ocurre actualmente “es la peor crisis económica que le ha tocado a la Costa Chica de Guerrero. Yo estoy vendiendo menos de 50 por ciento de lo que vendía y se va a poner peor, la presidenta municipal ya ordenó que nadie salga después de las ocho de la noche”.
“Una semana podré sobrevivir con estas bajas ventas o sin ventas. Más no puedo. De mí dependen mis dos padres, que están enfermos y un sobrino que estudia. Sobre el tema de apoyos, agregó “sólo nos dijeron que el gobierno de Andrés Manuel va hacer un préstamo a los del mercado, pero va a ser sorteado lo de unas mentadas tandas. No va alcanzar para todos”.
“A partir del martes, la gente ya casi no salió a la calle y menos al mercado. Se espantaron, tuvieron miedo. Sino hay ventas pues voy a tener que cerrar”.