El Museo Metropolitano de Nueva York expone a partir del próximo jueves la historia del grabado en México, una expresión fundamental de la identidad artística y de la historia del país para abordar problemáticas sociales, políticas y educativas.
Nombres como José Guadalupe Posada -considerado como el padre del grabado mexicano- Diego Rivera, José Clemente Orozco y Leopoldo Méndez, son algunos de los artistas que integran la exposición "Mexican Prints at the Vanguard" (Grabados mexicanos en la vanguardia), proveniente de los ricos fondos de la pinacoteca neoyorquina.
La exposición explora a través de 130 xilografías, litografías y serigrafías la historia cultural, social y política de México con esta forma de expresión que empezó a mediados del siglo XVI, con estampas para la ilustración de libros o con fines religiosos, y que sigue siendo una vía de expresión artística en el país todavía hoy.
"Es una impronta de México, una industria, una historia", resume el curador Mark McDonald a la AFP mientras ultima la colocación de las obras de esta exposición que permanecerá abierta del 12 de septiembre al 5 de enero de 2025.
Diarios, panfletos, afiches. Cualquier soporte servía para mandar los mensajes políticos -alertando del fascismo en los años 1930-, sociales -los peligros del alcohol para la salud, en particular para los menores-, satíricos, historias de amor, canciones, y pedidos de ayuda para los refugiados españoles de la Guerra Civil (1936-39).
"Es la más importante forma de expresión de la sociedad" mexicana, agrega MacDonald, quizá, "porque todo el mundo los entendía".
- Libertad de pensamiento -
Con sus representaciones de esqueletos realizando diferentes actividades, Posada (1852–1913) contribuyó a establecer una identidad global del arte mexicano, recuerdan los organizadores.
A mediados del siglo XIX, la caricatura política se convirtió en una poderosa herramienta para defender la libertad de pensamiento.
Después de la Revolución mexicana (1910-1920) el grabado fue el modo de expresión favorito de los artistas para hablar de las preocupaciones sociales y políticas y expresar su resistencia ante el ascenso del fascismo en el mundo.
Los artistas también recurrieron al grabado para reproducir los gigantescos murales de grandes artistas de la década de 1920 y crear carteles para exposiciones, grabados para la prensa popular y portafolios que celebraban la vestimenta y las costumbres mexicanas.
La práctica totalidad de los trabajos provienen de los fondos del MET que, con unas 3.000 obras, alberga una de las mayores colecciones de esta forma de expresión mexicana, que van desde el siglo XVIII hasta mediados del XX.
El fondo se inició con las donaciones del artista francés Jean Charlot, quien pasó la mayor parte de la década de 1920 en México, antes de convertirse años después en agente del Museo neoyorquino para adquirir nuevas obras.
- Obras únicas -
Muchas de las obras expuestas son ejemplares únicos e inéditos, dice McDonald.
La exposición se organiza en seis secciones de forma cronológica a lo largo de tres galerías, entre las que destacan la dedicada a Posada y sus contemporáneos, y la Revolución mexicana, que cinceló al México moderno, y que tuvo un enorme impacto en la sociedad y en la expresión artística.
Esta sección observa el conflicto desde su origen, así como su transformación en un punto de referencia del activismo político y social en México que continúa hasta la actualidad.
Aunque los muralistas como Rivera, Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo acapararon la atención de esta época, en el periodo pos revolucionario se produjo un resurgimiento del grabado, convirtiéndose en el medio principal para promover los valores artísticos, sociales y políticos, recuerdan los organizadores.
En particular las xilografías, que se usaron para representar las nuevas ideologías relacionadas con la democracia, la educación y las vanguardias.
El arte público fue clave en el esfuerzo patrocinado por el estado para establecer una nueva identidad cultural.
La exposición también recuerda al Taller de Gráfica Popular, creado en Ciudad de México en 1937, y que se convirtió en uno de los colectivos de grabados más importantes del siglo XX.
Estas obras, "ejemplifican el extraordinario poder del grabado como medio y la importancia de la expresión creativa como respuesta a momentos culturales específicos", resume el director del museo Max Hollein.
Con Información por AFP
Foto por AFP