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Delfina, Leobardo y los caciques de Libres

Delfina, Leobardo y los caciques de Libres

Puebla martes 09 de junio de 2020 - 02:36

En el municipio de Libres, en Puebla, esta familia se encarga de mover los hilos entre políticos, notarios, empresarios y concesionarios gasolineros.

Por Ignacio Juárez Galindo

Los Pozos son una familia de caciques que llevan años con los hilos del poder en el municipio de Libres. Hay políticos, notarios y empresarios, sobre todo concesionarios de gasolineros.

Como toda familia de caciques, hay corrientes encontradas.

Por un lado, se encuentra Manuel Pozos Cruz, un viejo priista que andaba en busca de más poder y ese lo encontró con el morenovallismo al que no sólo se le entregó, sino que puso a su disposición toda la región. En la promiscuidad ideológica con la que a veces jugaba el morenovallismo no importaba el origen sino quién garantizara el triunfo.

Mientras Manuel vivía sus tiempos de gloria -ya había sido presidente municipal y fue uno de los más entusiastas promotores del exrector Enrique Doger Guerrero a la gubernatura de Puebla-, en la otra ala de la familia corría Delfina Pozos Vergara, una mujer cuya carrera política no se entendería sin el cobijo y padrinazgo de Leobardo Soto Martínez, el representante del charrismo sindical por excelencia, aglutinado en la vetusta Confederación Mexicana de Trabajadores en Puebla.

Sin experiencia en la política y menos en el ejercicio de gobierno, Delfina vivió una carrera meteórica que la llevó, sin más, a ser candidata a diputada federal del PRI por el distrito de Zacatlán.

De ser una desconocida, de pronto sus redes sociales estuvieron plagadas de imágenes con los políticos priistas de la cúpula.

Los Pozos, pues, corrían en diferentes rumbos y a todos parecía que les iba muy bien.

Sin embargo, el trágico 24 de diciembre de 2018 azotó a Puebla y uno de los damnificados directos fue Manuel Pozos. Y de poderoso cacique de Libres pasó a la desgracia política. Su notaría, obtenida durante el morenovallismo, se encuentra en la lista de patentes que el gobierno del estado pretende retirar.

Pozos es uno de los pocos que decidió mantenerse en pie de guerra contra el retiro de las patentes. Pese a la resistencia mostrada, el tiempo terminó por ahorcarlo: los folios para la expedición de documentos se le han acabado y no hay para cuando pueda conseguir más en medio del litigio que enfrenta contra las autoridades estatales.

Delfina Pozos, por su parte, fuera de la CTM no ha obtenido gran cosa y, por el contrario, suma una frustrada candidatura a diputada federal.

Cosa curiosa, su hoy esposo Francisco Xavier Rodríguez Rivero llegó a la alcaldía de Libres cobijado por el partido satélite del morenovallismo: Pacto Social de Integración. Cosa aún más curiosa, el priismo que defendía a Delfina denunció que la gente Rodríguez habría incurrido en violencia electoral en 2018.

Pero, la también presidenta de la pomposa Federación Obrera de Organizaciones Femeniles de Puebla, que depende de la CTM, ahora se encuentra en el ojo del huracán por una sencilla razón: su deseo de tener una concesión gasolinera.

Su proyecto iba viento en popa, pero cuando los representantes de la empresa Mobil, a través de un tal ingeniero Zorrilla, acudieron a revisar las instalaciones donde se encontraría la nueva estación, en el municipio de Libres, cayeron en cuenta que carecía del metraje suficiente para avalar la concesión.

Entonces, Delfina montó en colera y su alma caciquil afloro de forma intempestiva.

La historia ya se conoce: Detrás del sitio donde se pretende instalar la nueva gasolinera habita una anciana de 85 años de edad. El predio es su único patrimonio. No se sabe a ciencia cierta si la adulta mayor sabía del proyecto de Delfina Pozos, pero lo que sí sabía era del poderío que tiene esa familia.

Un buen día, la maldición cayó sobre la anciana. Los familiares de la afectada relatan que a Delfina y sus abogados se le hizo fácil invadir el predio de la mujer.

Primero le mandó un abogado y luego ella misma se comunicó con la propietaria para darle 10 minutos para que definiera si le vendía el predio que tanto necesitaba.

La negativa desencadenó, entonces, el escándalo que hoy tiene contra las cuerdas a la protegida de Leobardo Soto: dar la orden para que máquinas y trascabos derrumbaran la mitad de la casa de la anciana.

Como era de esperarse, la acción derivó en una denuncia y la pelota se encuentra ahora en la Fiscalía General del Estado.

¿Procederá la consignación de la carpeta de investigación? Es la pregunta que ronda entorno al escándalo. O, si se dijera de otra forma: ¿Delfina Pozos, la protegida de Leobardo Soto, podrá salirse con la suya?

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HG/CR

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