“En Puebla estamos en un estado de alerta, no de alarma”
Sergio Salomón Céspedes Peregrina
Han pasado casi 30 años desde el pasado 21 de diciembre de 1994, fecha que quedó registrada en la memoria colectiva de los habitantes del altiplano central por el despertar del Popocatépetl. Desafortunadamente las nuevas generaciones no tienen entre sus recuerdos aquella tranquila y apacible imagen de una montaña con un copo de nieve en su cumbre, que los poblanos amigablemente bautizamos como “El Popo”, y los lugareños más cercanos como “Don Goyo”; y es perfectamente comprensible: nuestro volcán lleva tres décadas de erupciones permanentes.
En todo ese tiempo, ¿hemos aprendido “a vivir con el volcán”? La respuesta es gratamente positiva a juzgar por el manejo temprano de la emergencia. Un mensaje de amplia cobertura, a través de los canales oficiales de comunicación, este domingo confirmó con elementos científicos y técnicos aquello que el sentido común podía adivinar a simple vista: Laura Velázquez Alzúa, coordinadora Nacional de Protección Civil, hizo el anuncio formal del cambio de fase en el semáforo de alerta volcánica del Popocatépetl.
Por momentos daba la impresión de que los funcionarios del Gobierno de la República hablaban de un volcán como si se tratara del parte médico de un paciente en terapia intensiva. ¿Cuántas muertes se pudieron haber evitado, durante la pandemia de Covid-19 en México, con la mitad del profesionalismo que ha mostrado la Federación en las últimas 72 horas?
Los gobernadores, desde el marco de sus funciones, hicieron lo propio. Este lunes Sergio Salomón Céspedes, en una intensa gira de trabajo, y acompañado de parte estratégica de su gabinete: revisó la Ruta No. 2 de Evacuación, la misma que va de Cholula a Santiago Xalitzintla. ¿El objetivo? La supervisión del Puesto de Coordinación Primario ubicado en Tetimpa, una población de San Nicolás de Los Ranchos; además de la revisión del Refugio Temporal del Centro Escolar Dr. Alfredo Toxqui Fernández de Lara, en San Andrés Cholula, que cuenta con una capacidad de reacción, gracias a los buenos oficios del Plan DN-III-E, de 7 mil 500 raciones de comida cada 24 horas.
Los ayuntamientos, el primer eslabón de una cadena de respuesta ante cualquier emergencia, también están reaccionando adecuadamente según su circunstancia: Ariadna Ayala, por ejemplo, presidenta municipal de Atlixco, desde el pasado 19 de mayo comenzó a coordinar recorridos con autoridades auxiliares de Metepec, San Jerónimo Coyula y San Miguel Ayala para verificar puntos de reunión y rutas de evacuación; por su parte, Eduardo Rivera, desde Puebla capital, activó protocolos de prevención cerrando indefinidamente parques bajo el resguardo del municipio y cancelando actividades deportivas y culturales que estaban programadas al aire libre.
No sabemos realmente los planes de “Don Goyo” para los próximos días, quizá semanas. Por ahora lo único que observamos es, que al menos en esta ocasión, los tres órdenes de gobierno –independientemente de sus colores partidistas– están actuando con la responsabilidad que se espera ante la posibilidad –nada remota– de evacuar en tiempo récord a más de 50 mil poblanos antes de una erupción volcánica de proporciones mayúsculas. Treinta años de aprendizaje no pasaron en balde.