“¡Pues qué se sintieron estos cabrones!”

El gobernador advierte que la corrupción que se fraguó en el morenovallismo no se quedará así, sin castigo.

Por Ignacio Juárez Galindo

“¡Pues qué se sintieron estos cabrones!”.

Con los brazos levantados, una mirada que une la perplejidad e incredulidad ante un asunto vergonzoso, Miguel Barbosa Huerta pronuncia la frase que resume la indignación de quien conoce a detalle la profunda corrupción que produjo un gobierno que operó como un modelo negocios en la política y que pretendía instaurarse en Los Pinos.

“¡162 escuelas pagadas y no construidas!” “¡162!”.

Miguel Barbosa Huerta no pierde la compostura, pero sus palabras caen como dardos al corazón del morenovallismo y todos aquellos que se enriquecieron obscenamente a costa de las arcas públicas: unos son magistrados, otros quieren una diputación federal y siguen haciendo negocios con la Comuna; unos tienen la desfachatez de victimizarse en redes sociales; otros están en la cárcel curándose la cruda moral y política de no entender que su época se esfumó el 24 de diciembre de 2018.

“No voy a permitir que lo que ha ocurrido en Puebla se quede así. Si hablas del Tren Turístico, fraude. Si hablas del (Museo Internacional del) Barroco, fraude. Si hablas de la Plataforma Audi, fraude. Si hablas del Teleférico, fraude. Del estadio, fraude. En todos lados. Si hablas del CEAS, fraude”.

Por eso, el gobernador de Puebla remata con la emblemática sentencia:

“¡Pues qué se sintieron estos cabrones!”.

Y, luego el reto asomado a través del llamado a la reflexión para hacer consciencia: “¿Qué? ¿No aplicamos la ley? Ayúdenme”.

La habitual rueda de prensa del mandatario estatal del miércoles 7 de octubre de 2020 arranca con el caos desatado por la inoperancia de las máquinas de cobro de la Red Urbana de Transporte Articulado y el anuncio no sólo de la rescisión de contrato con la empresa responsable, a la que exhibió con cobros estratosféricos a cambio de un servicio dudoso; sino también de la entrega de una concesión a 30 años para que una compañía privada usufructúe los espacios publicitarios en todo el mobiliario de ese sistema sin entregar un peso a las arcas públicas.

“Es un monstruoso fraude, como la mayoría de todos los proyectos de los gobiernos panistas”, afirmaba indignado.

Y sigue una lluvia de palabras para definir todo lo que encontró: Estafa, fraude, beneficio de privados, colusión, horror.

“Se metieron a corromper toda la vida pública del estado”, esa es la conclusión a la que llega tras revisar a detalle todo lo sucedido. E ironiza: “Y después dicen que no hay que tocar el tema, que hay que olvidar, gobernador rencoroso. No, no, no. Como diría el presidente López Obrador: Si por perseguir estos actos de estafa al Estado me dicen populista, que me pongan en su lista”.

Pero el caso de RUTA no fue el único abordado en la mañana de ayer. El primer gobierno de izquierda en Puebla prácticamente tiene denuncias penales presentadas en todas las dependencias estatales. Un caso emblemático: el sector salud, dominado por años por Jorge Aguilar Chedraui, el prototipo del morenovallista puro: formado en universidades en el extranjero, operador político con éxitos basados en el dinero gastado no en el oficio político; diputado federal y local; amigo de las clases sociales altas; empresario restaurantero y un ego del tamaño de sus intereses políticos-económicos.

Hay una investigación por desvíos que ascienden a 124 millones de pesos, uso de empresas fantasma que facturaron montos millonarios en este sector, le inquiere una reportera. “Sí, estamos investigando. Se llevaron información, por cierto ¿eh? La dificultad que tenemos para denunciar, una parte radica en que se llevaron información los corruptos, la traspapelaron. ¡Son bárbaros, ¿eh?!”.

Estamos, advierte, “haciendo el recuento de salud: el manejo del seguro popular, hospitales viejos que arreglaban y luego tiraban para hacer otros, el tema de los Cesass cuando se construyeron, muchas cosas”.

Y tras escuchar la relatoría del mandatario no hay manera de quitarse de la cabeza la frase que resume el actuar del morenovallismo en sí mismo: “¡Pues qué se sintieron estos cabrones!”.